En 1907, un tenista descuartizó a una mujer y la puso dentro de un baúl en una estación de tren. Hoy, en este día de muertos, es una historia que vale la pena recordar.
Para comprender el suceso tenemos que remontarnos a la Belle epoque (bella época) de Francia, periodo comprendido entre 1870 y 1914, cuando el tenis aún no tenía la presencia mediática de la que disfruta hoy en día.
Corría el año de 1879, poco tiempo después de que Walter Clopton Winfield o el español José Augurio Perera inventaran este deporte. Habían pasado dos años desde que un grupo de deportistas creara en Wimbledon (1877) un nuevo torneo con el fin de recaudar fondos para comprar un rodillo, el cual utilizarían para nivelar la cancha de Cricket en la que jugaban. Su evento tuvo tal aceptación que decidieron que se disputara anualmente. Sin embargo, no cualquiera podía participar. Para tener acceso, los participantes debían tener una “conducta intachable” y vivir en una zona prestigiosa. Vere Thomas St. Ledger Goold había sido aceptado. Se trataba de un joven irlandés de 25 años que gozaba de buena imagen y un excelente porte.
En una época en la que el deporte era una parte fundamental para la formación de un caballero, Thomas se había convertido en alguien de renombre por sus actuaciones como boxeador, además de haberse coronado campeón de Irlanda en Tenis de pasto. Estos dos méritos permitieron que se le abrieran las puertas a dicho torneo y él no dudó en acudir.
Sus actuaciones no dejaron indiferente a nadie. Paulatinamente fue eliminando a sus rivales hasta llegar a la gran final. En dicha instancia logró algo histórico, puesto que se convirtió en el primer irlandés en llegar a la fase definitiva del torneo. No obstante, la suerte no estaría de su lado. John Hartley, un clérigo de iglesia, lo venció por 6-2, 6-4 y 6-2, informa el diario Marca.
Su carrera iba en descenso, al igual que su cordura. Informan medios locales que cayó en las drogas y el alcohol. Pero para cada roto hay un descocido, se suele decir, y en 1885 conoció a Marie Giraudin, quien dirigía una casa de modas. Aunque no se sabe si fue amor a primera vista o interés por su inmensa fortuna familiar, los dos tórtolos empezaron a frecuentarse, a tal punto que contrajeron nupcias en 1891.
Emigraron a Canadá en 1897 y regresaron a Londres cinco años después. Marie tenía gustos muy caros y pronto ambos se encontraron en quiebra, por lo que en un intento de recuperar dinero, viajaron a Montecarlo. Como les faltaba el factor económico, la pareja decidió brindarle su amistad a una señora sueca llamada Emma Levin, quien accedió sin problemas. El problema llegó cuando la mejor amiga de Levin, Madame Castellazzi, se enteró del fraude y decidió encarar al tenista y a su esposa.
Tras enterarse de la mentira, Levin decidió abandonar el país. Vere y su esposa decidieron hacer lo mismo, pero fueron interceptados por Castellazzi, quien alegaba que su amiga había desaparecido y había recurrido a la policía. Estaban a punto de presenciar algo grotesco.
Al llegar al hotel, los judiciales encontraron las sábanas llenas de sangre, un martillo y una sierra. El hecho les resultó curioso. Por otra parte, en la estación del tren, se había hecho un escándalo porque una de las maletas de Thomas estaba goteando sangre. La pareja alegó que se trataba de aves de corral recién sacrificadas (what?), pero cuando los elementos de seguridad abrieron el equipaje, encontraron a la señora Levin hecha pedazos.
Condenado a cadena perpetua por sus actos, Vere Thomas se suicidaría en 1909 en la Isla del Diablo, un lugar ubicado a 11km de la Guyana Francesa, en donde viviría los últimos minutos de su vida.