Por Nardo Záizar
Así como condenamos a nuestros hijos poniéndoles nombres de santoral o rarezas provenientes de personajes ficticios, ¿por qué no brindarles un mejor futuro llamándolos Jupp o Heynckes?
Dicen que en el nombre ya va implícita una carga de destino, así que echemos una manita a los retoños con uno que les augure éxito y larga vida de triunfos. Miren al entrenador alemán, como los buenos vinos. A sus 72 años, Jupp Heynckes dirige a un club de élite. Lo tiene en Champions League y puede ganar otra Orejona. ¿Acaso creen que a este señor le ha faltado algo en la vida?
La afición lo quiere. Sus jugadores lo adoran. Sus rivales le respetan y admiran. Vive feliz con lo que hace, con lo que le apasiona. Puede presumir de conseguir el triplete europeo, pero no lo hace. Hasta sencillo es.
No es necesario condenar a los chavos. Miren cómo se trata a los Brayan o Brandon. Ellos son los menos culpables de eso.Por tal motivo, si piensan en nombres para su próximo chamaco, contemplen el palmáres del entrenador del Bayern Múnich para que les vaya bien. Tengan por seguro que en el Registro Civil los entenderán.