Por Estanislao Rodallega
El futbol nos ha demostrado que el dinero no lo puede todo. Y sinceramente no quisiéramos ser el multimillonario Nasser Al-Khelaïfi en estos momentos para comprobarlo.
El dueño del PSG ha de estar que no lo calienta ni el sol por tener que gastar fortunas para conseguir una alegría que le borran equipos españoles. Hace un año fue Barcelona, ahora fue Real Madrid. Prácticamente la mística de la Champions League se niega en darle la bienvenida como club grande en el torneo. La caprichosa Orejona parece no quererlo.
Pese a las grandes inversiones para conformar un plantel con cracks como Neymar y Mbappé, la suerte no está de su lado. Competir en alto nivel de exigencia cuesta caro, pero más costoso es el intento por querer construir en tan poco tiempo eso que a los de arriba (como el Madrid) les ha llevado décadas y les reditúa con títulos en la cúspide, entiéndase historia y tradición.
Ni hablar. Por segundo año consecutivo, sus millones quedaron vencidos en la cancha.