Por Estanislao Rodallega
Todos conocemos a alguien que dice irle a Chivas y Pumas como si fuera algo normal su afición por ambos equipos. ¿Acaso se imaginan a un americanista que también le vaya a Cruz Azul? Claro que no, ¡eso jamás! Pero en el caso con rojiblancos y universitarios, sus villamelones fans siempre te salen con el mismo argumento: “estudié en la UNAM, pero soy chiva desde la cuna. Mi corazón es de los dos”.
O se es chiva, o se es puma, pero no de ambos. Bueno, parece que dicha lógica del futbolero, en estricto apego al sentido común, no aplica con aquellos que van con su camiseta del Rebaño al Estadio Olímpico para gritar con orgullo el “gooooya” dizque porque fue alumno de algún CCH o de una facultad. La misma emoción desprende si Chivas anota un gol.
Es el típico que se va contento del estadio haya pasado lo que haya pasado. Si ganó Pumas, todo bien porque es el alma máter. Si ganó el club tapatío, también todo bien porque es la playera que se ama desde el vientre. En resumen, se trata de una especie rara del futbol mexicano a la que se le debe prohibir el concepto de rivalidad, porque en su mundo no existe.
Si ustedes van este día a CU, seguro topará a varios así.