Por Roberto Quintanar
Cuando en 1962 un grupo de jovencitos universitarios consiguió el ascenso a la Primera División, el mítico Fernando Marcos (en paz descanse) afirmó sin rubor: “Un grande acaba de nacer”.
Visionario como pocos personajes del balompié azteca, a don Fernando le importó poco que el Club Universidad llevara apenas ocho años de existencia en el futbol profesional. La sinergia que aquella noche tuvieron público y jugadores fue el presagio que guió las palabras del legendario entrenador, árbitro y comentarista.
1954 fue el año en que la Federación Mexicana de Futbol aceptó al equipo en las filas del profesionalismo. En ese entonces, los jugadores eran únicamente estudiantes de las distintas facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México, por lo que no percibían un sueldo y su única inspiración para jugar era representar dignamente a su Alma Máter en el campo.
Pocos años más tarde, Pumas se convirtió en un equipo revolucionario, el que mejor trabajaba con sus fuerzas básicas, el que desplegaba un futbol más alegre y vistoso… el club de los jóvenes.
Sí… que rápido pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando Universidad tomó por asalto la Selección Mexicana a través de sus canteranos, mismos que lograron uno de los resultados más importantes en la historia del futbol nacional: el subcampeonato de América en su primera participación.
Fue todo tan rápido… y a la vez parece tan lejano, especialmente hoy que las sonrisas llegan a cuentagotas a las gradas del Olímpico Universitario.
Pero no importa cuántas veces Pumas traicione su filosofía o cause sinsabores a su noble afición. Ellos siempre estarán ahí, en las buenas y en las malas, esperando el momento para levantar el puño y entonar a todo pulmón el Himno Deportivo Universitario.
Todos los triunfos importantes son sólo consecuencia del que siempre fue el máximo orgullo de toda su gente: producir a muchos de los mejores jugadores del país y llenar la pupila incluso del aficionado ajeno por su estilo dinámico y ofensivo… la premisa de siempre buscar más goles que el contrario.
Qué lejos está Pumas de celebrar un emotivo sesenta aniversario. En plena reconstrucción tras un desastre, el club intenta recobrar su memoria y saber qué se ha hecho mal durante el último decenio para arribar en estado de emergencia a las seis décadas de existencia.
Y la fiesta no pudo llegar en mejor y peor momento al mismo tiempo. El rival de este fin de semana será el América, el club que por años representó la antítesis de lo que era Pumas… no habría victoria que vistiera más el importante aniversario. Pero también en medio de una fuerte crisis cuya consecuencia sería una dolorosa, muy dolorosa derrota que sólo acentuaría la distancia entre lo que Universidad era y lo que hoy es: un fantasma de su historia.