Por Santiago Cordera
Juntó a varios amigos de la primaria para formar su primer grupo de música. Utilizaban los palos de escoba como simuladores de guitarras. Desde ese momento, Gustavo Cerati comenzaba a destacar por encima de los chicos que por aquellos años empezaban a incursionar en el mundo del rock.
Además de su atracción casi magnética por la música, Cerati tenía otros pasatiempos cuando era niño. Le gustaba dibujar durante largos periodos de tiempo. Su pasión eran los comics, de ahí que dedicara parte de su pasatiempo a trazar y crear superhéroes no convencionales, como “Supercerebro”, al que, a diferencia de Superman, la kriptonita no lo debilitaba.
Era un chico desparpajado al que los deportes también le deleitaban el paladar. Igual practicaba natación como atletismo, incluso en su época colegial obtuvo un segundo lugar en una carrera de 100 metros planos organizada por la revista Biliken.
Quizás esa rapidez de la que gozaba su cuerpo lo llevó a recorrer un camino largo en poco tiempo. Cerati siempre tuvo prisa, salvo para hacer música. Ahí se detenía sin temor a perder el último tren de la estación.
Cuando cursaba la carrera de publicidad en la universidad de El Salvador en Argentina, conoció a Héctor ‘Zeta’ Bosio, quien posteriormente sería el bajista de Soda Stereo. Su afinidad por la música los llevó a intercambiar, junto con otros colegas en común, discos de The Police, Queen, David Bowie, The Cure y Elvis Costello.
En aquella época, Cerati comenzó a compaginar sus estudios con la música, de tal forma que alternaba su tiempo con dos bandas, una de rock and roll y blues llamada “Savage”, y la otra de fusión conocida como “Vozarrón”.
A comienzos de los años 80, los dos jóvenes talentos comenzaron a proyectar la formación de una banda con temas propios. Ahí conocieron a Charly Alberti, con el que después de varias pruebas en diferentes formaciones musicales, constituyeron oficialmente Soda Stereo.
Era el comienzo de una leyenda que sonaba en todo el continente americano y que amenazaba con cruzar el Atlántico sin salvavidas a la vista. Cuidaban hasta el mínimo detalle. Desde los estéticos, hasta el peinado, la vestimenta, e incluso las portadas de sus discos.
Así, llegaba el momento de dar sus primeros conciertos. Era julio de 1983 cuando Soda Stereo pisó el escenario de la discoteca Airport y comenzó un recorrido por los pubs de Buenos Aires.
De bar en bar comenzó el ascenso de Soda Stereo de la mano de Gustavo Cerati, con el que el grupo grabó siete discos en estudio hasta su separación en 1997. Soda Stereo, Nada personal, Signos, Doble vida, Canción animal, Dynamo y Sueño stereo.
Con esa discografía, conocieron más estadios que Maradona, visitaron tantos lugares como canciones pegaron en la radio, ofrecieron tantos conciertos como habitaciones de hotel habitaron.
Después vino la separación. Cerati escribiría en el diario Clarín los motivos. “Comparto la tristeza que genera en muchos la noticia de nuestra separación. Yo mismo estoy sumergido en ese estado porque pocas cosas han sido tan importantes en mi vida como Soda Stereo. Cualquiera sabe que es imposible llevar una banda sin cierto nivel de conflicto. Es un frágil equilibrio en la pugna de ideas que muy pocos consiguen mantener por quince años, como nosotros orgullosamente hicimos”.
Un hasta luego
Luego de la disolución de la banda, Cerati nunca volvió a ser lo mismo hasta el nuevo regreso de Soda. Durante ese tiempo, se dedicó a la experimentación electrónica. Participó en un disco homenaje a The Police. Lanzó un disco titulado “Ahí vamos”, que implicó un regreso a su pasado rockero.
En junio de 2007 volvieron a juntarse. Soda Stereo anunciaba la gira “Me Verás Volver”. Llenaron seis veces el estadio de River Plate, superando las cinco de los Rolling Stones. Fue un amor fugaz. Su regresó duró lo que el verano, el otoño y casi el invierno. Seis meses y todos cambiarían de ruta como quien cambia de transporte.
En junio de 2010, después de un concierto en Caracas, Venezuela, se apagaría la luz de Cerati. A causa de un accidente cerebro-vascular, Gustavo entraría en coma que lo dejaría en un sueño profundo del que nunca ha podido despertar.
Los hinchas de Racing siempre lo recordarán, pues Cerati era un fiel aficionado a este club argentino. Aún se recuerdan las fotografías que revelan la afición de Soda Stereo al futbol. Era 1987, un 17 de febrero. Los tres integrantes de la banda estaban haciendo la prueba de sonido en el estadio municipal de Puerto Montt cuando una falla eléctrica pospuso el ensayo una hora. Cerati, Bosio y Charly Alberti, agarraron la ‘redonda’ e improvisaron un partido con los asistentes técnicos. Por primera vez, Soda Stereo cambiaba los instrumentos por el balón.