Por: Roberto Quintanar
Un año fantástico para el pueblo auriazul… un sueño que se cristalizó tras la más larga sequía vivida por Universidad. Una deuda pagada con creces después de muchas frustraciones y amargura que se había tatuado en el corazón de los fieles al equipo del pedregal. Es la única forma de describir aquel 2004, año de la “Pumanía”.
El cierre de aquellos fantásticos doce meses no pudo ser mejor para los Pumas: la consecución de un inesperado bicampeonato que coronó al que ha sido hasta ahora el equipo más dominante en un periodo similar desde que se juegan los torneos cortos: dos títulos de liga, el Campeón de Campeones, un triunfo en el Santiago Bernabéu frente al Real Madrid y un campeón goleador (Bruno Marioni, quien salió del equipo para el segundo semestre).
Ocurrió una noche de sábado. Era el 11 de diciembre de 2004. Una misión verdaderamente complicada esperaba al escuadrón de Hugo Sánchez Márquez: finiquitar al Monterrey de Miguel Herrera en el mismísimo estadio Tecnológico, un hervidero que estaba volcado con el cuadro albiazul. La ventaja era mínima; en el partido de ida, los del Pedregal habían ganado 2-1 con tantos de Joaquín Beltrán y David Toledo. Bajo las circunstancias que se habían presentado en el torneo, con unos Pumas entrando a la liguilla en el noveno sitio, los 'rayados' partían como favoritos. No importaba que Universidad hubiese dado cuenta de Veracruz y Atlas, los dos equipos por quienes se apostaba para el título.
Pero en los pronósticos se olvidaba la prosapia, sangre e inteligencia mostradas por Universidad a lo largo del año y durante aquella liguilla. Y el resultado final terminó favoreciendo al equipo que era el mejor más allá de las posiciones en la tabla general.
Con sapiencia, los once del Pedregal soportaron la presión inicial del cuadro rayado, que poco a poco se fue desdibujando y terminó diluyéndose ante la evidente superioridad del equipo capitalino.
En el segundo tiempo, un disparo de Francisco Fonseca se combinó con la falta de atención de Christian Martínez, a la sazón portero del Monterrey, para finiquitar la serie y cerrar con broche de oro un 2004 de ensueño.
A diez años del bicampeonato puma, el primero en torneos cortos, muchas cosas han cambiado. Los auriazules están en una fase de reconstrucción tras varios torneos sumidos en una profunda crisis de futbol e identidad, enfermedad que apenas comienza a mostrar los primeros síntomas de mejoría.
Hoy, sin embargo, es tiempo para recordar sin dejar de entender que el pasado glorioso es un aliciente para emular logros similares, no únicamente para añorar lo que alguna vez fue.
Larga vida al primer bicampeón en torneos cortos.