Por Nardo Záizar
Fue sabia la persona que dedujo y dijo que lo mejor para pasarla bien con los demás es no hablar de política, religión y futbol. Conversar sobre tales temas solamente genera la creación de mitotes que terminan en broncas. Pero a veces es inevitable aguantarse las ganas de opinar o fijar una postura, incluso en el recalentado. Y entonces sí, ¡se arma la gorda!
1. El veterano tío insoportable
Durante la cena estuvo duro y dale con que Maradona fue mil veces mejor que Messi porque no era un invento científico, que su talento era natural. Por supuesto que lo hizo nomás por fregar a los más chavos de la familia porque, como buen futbolero viejo que es, cree que en sus tiempos ocurrió lo mejor. Total. En cuanto amanece sigue con su terquedad de joder con lo mismo, así que reaccionas e interrumpes el deguste del lomo adobado para revirarle que su genio no pudo con el paquete del Barcelona y Messi, sí. Uy, ni se lo hubieras dicho.
2. La tía que a fuerza te quiere ver en la mesa
Muy clavado estás en la sala/estudio con tus primos echándote una reta del FIFA cuando se postra tu tía frente al televisor para exigir que “ya apaguen esta cochinada, solamente los va a dejar tarados. Mejor vénganse a comer. Su abuelita ya puso a calentar los romeritos”. Su gran error es dirigir su mano al control para apagar la tele, o en su defecto desconectar algún cable. Obvio, se te olvida el parentesco en ese instante.
3. El Nuevo novio chorero de la prima
“Abue, va a venir Juanjo. ¿Puedes servirle pozole medio frío, es que no le gusta caliente”. Ya desde ahí no nos cuadra el tipo al resto. Lo comprobamos en cuanto llega y la prima lo quiere integrar con la cantaleta de “mira amor, a a mis primos también les encanta el futbol”. Muy quitado de la pena, con actitud arrogante, el intruso comienza a presumir que se lleva con todos los jugadores del América, Chivas, Pumas y Cruz Azul, o que Gignac le ha pedido dinero prestado. Como únicamente causa burla, se enciende con más debrayes. Sólo por eso, la abuela, fiel a sus nietos, le sirve hirviendo su pozole. Si se va a enojar, ¡que se enoje con ganas!
4. El primo antifutbolero
¿Acaso necesita descripción? Su antipatía por el balón la manifiesta en cada comentario y te amarga por completo el caldo de camarón. Como ya se te fue el hambre, te enfrascas en un duelo verbal con él que culmina con el típico “sí, sí, lo que tú digas, ándale, siempre tienes la razón”.
5. El tío antiamericanista
Muy gracioso se siente preguntándote si todavía le vas al Ame. Su “chiste” va acompañado de la eterna mentira de que América compra títulos, que el arbitraje le ayuda en todo, que ni con todo el dinero será el Real Madrid. Te colma al grado de que el bacalao te sabe a piraña asada sobre el cofre de un coche. Eso sí, no te quedas callado para defender a tus Águilas.