Por Leo Salazar
Da un poco de pena confesarlo, la verdad.
No es nada sencillo aceptar ser el patito feo de las reuniones entre chavorrucos que aprovechamos un día de relax con permiso de nuestras esposas para ponernos al corriente con chismes. Ah, sí, los hombres somos bien chismosos. Hay que ser ingenuo para creer que solamente hablamos de hijos y broncas familiares mientras degustamos de cerveza o un buen trago. Pero nunca falta el anfitrión que arma la reta del FIFA para hacer más amena la charla y la convivencia entre veteranos que aún nos sentimos como adolescentes.
Bueno, no sé si merezco concebirme chamaco en cuerpo de adulto. Le he fallado al mundo como gamer. Soy virgen en la materia.
Lo más increíble es que he tenido que llegar a la edad de los 40 para darme cuenta del fracaso que soy como individuo. ¡Si supieran el martirio que significa evadir invitaciones para jugar porque me considero un inepto! Y de mi ineptitud para tomar un control, se desprende la vergüenza, el miedo de confirmar que he desperdiciado mucho tiempo de vida sin disfrutar de los videojuegos.
Por eso recurro a ustedes mis Juanáticos. Con toda humildad, cada vez más cercano de la vejez, acudo a su sabiduría para que me orienten con lecciones para adentrarme por completo al universo gamer sin tener que agachar la mirada. ¿Qué necesito, chavos? ¿Qué debo hacer? ¿Cuáles sugerencias me dan? ¿Qué debo aprender?
Ayúdenme, ¡ya no quiero ser virgen!
Para la próxima reunión con mis amigos quiero divertirme, quiero ser un futbolero completo. Creo que ser fifero es buen comienzo.