Resulta que el COI invitó a Dilma Roussef, presidenta de Brasil, y a Lula da Silva, su antecesor en el cargo,
a la Inauguración de los Juegos Olímpicos. Pero ¿qué creen? ¡rechazaron ir!
“Me siento madre de estas olimpiadas”, había dicho Roussef en una entrevista, en donde también confesó que el “papá” de los Juegos era Lula.
Un matrimonio pasa por varias etapas y tal parece que, en esta ocasión, los progenitores decidieron dejar solo al “bebé”.
Roussef y Lula habían sido invitados a la ceremonia inicial de la competición el 5 de agosto en el estadio Maracaná (algo así como la graduación de su “retoño”), a la que el presidente interino, Michel Temer, padre adoptivo del infante, acudirá como representante del Gobierno Brasileño. Sin embargo, decidieron no acudir porque “no hay clima político” para ello y la verdad, sería un poco incómodo.
Temer fue nombrado como sucesor de Roussef el 12 de mayo y se enemistó con la gobernante y con Lula, quienes lo acusaron de haber orquestado “un golpe” y una “ruptura democrática”.
El anuncio de que la apertura de la Olimpiada se quedaba “huerfana”, fue hecho por la oficina de prensa de ambos.