Por: Raúl Garrido | @RauGarr
Metódico, obsesivo. Loco. Marcelo Bielsa es uno de los técnicos más exigentes del futbol con sus jugadores, tanto dentro como fuera de la cancha. Le dicen el Loco por todo ello. Cuenta Luis García que cuando lo tuvo como entrenador en el América era un tipo obsesivo con los informes del rendimiento propio y los del equipo rival: “Nos empezó a repartir un fólder a cada uno, con un vhs. Lo abro y dice: 'Jornada 1, contra Cruz Azul, minuto 35. Usted hizo una diagonal a 35 metros a la espalda de Biyik, y recuperó la pelota. Y ahí el equipo tuvo chance. Jornada 2 contra el Atlas…', todas esas buenas. 'Usted encaró tal, tiró un centro a segundo poste que llegó a Kalusha y llegó a rematar, no fue gol, pero…'. Y luego te ponía todas las malas, y ahí estaba el video para que vea que no le miento. Eso le repartió a cada uno de los jugadores, o sea, jugada por jugada de todos los partidos, obviamente de torneos largos”.
Casi 20 años después de tal anécdota, poco ha cambiado Marcelo Bielsa. Antes de aceptar la oferta del Olympique Marseille, pidió los 48 partidos que había disputado el equipo en la temporada anterior, 2013-14. Los vio dos veces e investigó por separado a todos y cada uno de sus jugadores. Finalmente dio el sí y dio una lista de los refuerzos que necesitaba, qué jugadores permanecerían en el plantel y quienes tendrían que salir del equipo. Pero de todos, hubo uno que lo maravilló: André-Pierre Gignac.
“Yo te conozco de memoria, sé todo acerca de tu carrera. Vas a perder dos kilos y marcarás 25 goles esta temporada”, le dijo Marcelo a Gignac apenas la primera vez que se lo cruzó por las instalaciones del club. Cuatro años tenía el atacante con el equipo y sus cifras estaban lejos de aquella campaña 2008-09 con el Toulouse donde deslumbró al futbol francés con 24 anotaciones. En Marseille había marcado ocho tantos su primera temporada, uno la segunda, 13 la tercera y 16 previo a la llegada de Bielsa. Su peso era el punto más recurrente para las críticas sobre el jugador a quien alguna vez se puso por encima de Karim Benzema.
Su infancia transcurrió entre casas rodantes por diversos lados de Francia. Hijo de gitanos seguía las costumbres de éstos, como la caza de ciervos y conejos para la comida o la venta de ropa y diversos artículos en las ferias rodantes. Aunque tenía un vicio que no es propio de los gitanos: el futbol. Siempre se le veía acompañado de un esférico para donde fuera; dominaba el balón, tiraba a las porterías imaginarias que él mismo se creaba y nunca se cansaba de patear la redonda, siempre con la esperanza de llegar al profesionalismo.
Su problema con el peso era una costumbre familiar: “en casa hacen suficiente comida para 100, incluso si hay sólo 30 personas. Comemos y bebemos mucho, jugamos y nos vamos de caza”. Ésto lo aprovechaban las hinchadas rivales para meterle presión desde las gradas: “una big mac para Gignac”, le cantaban en diferentes estadios.
Probó suerte en el Lorient de la segunda división de Francia, pero su rendimiento no fue el esperado: Tan sólo 18 goles en tres años. Aunque en el último logró el ascenso a la Ligue 1. Fue al Toulouse pero no tuvo muchas oportunidades en su primer año, buscó la salida pero Alain Casanova, entrenador del equipo en 2008 lo retuvo: 24 goles en 38 juegos, la mejor marca de su carrera. Por entonces también Benzema la rompía en el Lyon, por lo que el presidente del Olympique se aventuró a decir: “Si Lyon pide 100 millones por Benzema, Gignac vale 120”.
Benzema fue al Madrid, y Gignac se apagó en las dos siguientes temporadas: ocho tantos en la 2009-10 y apenas 78 minutos jugados en el último año con el Toulouse antes de ir a Marseille, donde fue de menos a más en cuatro años: ocho, uno, 13 y 16 goles antes de la llegada de Bielsa, con quien firmó su mejor temporada con 21 goles y siendo una de las piezas esenciales del equipo, dentro del campo.
“¿Sus dos kilos menos? No fueron gracias a mí, sino lo aplicaría conmigo mismo”, comentó el Loco Bielsa en conferencia de prensa durante las primeras jornadas del futbol francés, donde Gignac mandaba en la tabla de goleo. André-Pierre Gignac llegó, a México, en su mejor momento.
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