Por: Roberto Quintanar
Bien se dice que en México la política es un circo que no provoca risa, sino depresión. No se puede esperar mucho de un país donde Patricio Pato Zambrano es candidato a la alcaldía de una de las ciudades más importantes: Monterrey.
Hace no mucho, este personaje (famoso por haber participado en un reality show) demostró su valentía y valores al mandar a “chiflar a su máuser” a Carlos Miloc durante un programa deportivo… claro, mientras el ex entrenador no estaba presente. Cuando el Tanque llegó enfurecido al set, el Pato se hizo pato y cambió su actitud envalentonada por una mucho más mansa. Ese tipo de ridículos probablemente sea válido en una arena como la futbolística, pero no debería tener cabida en un ámbito más serio (ajá). Resulta que durante un debate con los otros candidatos a la presidencia municipal de la Sultana del norte, Enrique Barrios, aspirante del Partido Humanista, acusó a Zambrano, quien compite por el Partido del Trabajo, de consumir drogas.
¿Responder institucionalmente? Nah. Eso es para los mortales. El Pato bajó de su templete para encarar a su oponente cual jugador iracundo que acaba de recibir una patada artera. “A ver, a ver, párate tantito; ¿me estás diciendo drogadicto? A ver, ¿me estás diciendo drogadicto?”, expresó un iracundo Patricio para luego, en el colmo de los absurdos, exigir al candidato del PRI y ex procurador de Nuevo León, Adrián de la Garza, que lo defendiera. Reflejo indudable de nuestra triste polaca…
Más triste que este circo, sin embargo, es que nuestros flamantes representantes 'populares' se hagan también patos (no Zambrano… o tal vez sí) con 'unas cuantas' iniciativas… y es que según publicó La Jornada, los legisladores dejarán en comisiones más de mil 400 iniciativas sin desahogar, incluyendo una que proponía la segunda vuelta en la elección presidencial. Fue, curiosamente, la única propuesta de Peña Nieto que no se aprobó. Total, para el PRI las elecciones deben ser como la final de la Champions League: a un partido nada más, sólo que sin ser en un campo neutral, sino en su propio terreno (es decir, el terreno de las artimañas).
Hablando de artimañas, quien terminó pagando los platos rotos por el caso OHL, del que hablamos la semana pasada, fue Apolinar Mena Vargas, secretario de Comunicaciones y Transportes del Estado de México. Como directivo que acaba de hacer renunciar a un entrenador por malos resultados, el gobernador Eruviel Ávila salió a conferencia de prensa para anunciar que aceptaba la renuncia del funcionario, quien salió más quemado que piel de aficionado tras un partido a las 12 del día luego de las irregularidades en la construcción del Viaducto Bicentenario.
Pero tanto al hoy ex secretario como a un club sudamericano les salieron muy baratas sus pillerías. Mientras Mena Vargas fue sancionado por la contraloría con 189 mil pesos, unos 12 mil dólares, al Boca Juniors le cayó una multa de 200 mil billetes verdes por permitir que barristas ingresaran un soplete a La Bombonera para destruir la reja, tratar de romper el túnel que conduce a vestuarios y, supuestamente, lanzar gas pimienta a los jugadores del River Plate.
Cerramos el balompié político del día reprobando la violencia que se dio este fin de semana en el Estadio Jalisco. Cuando se suponía que el futbol sería un oasis en el desierto, un descanso entre tanta violencia que en últimas fechas vivió la Zoma Metropolitana de Guadalajara, una partida de descerebrados echó a perder el espectáculo. Suficiente tenemos con el día a día para tolerar este clima en un ámbito donde lo único que debería existir es la sana diversión.