El Real Madrid no ha querido dar la espalda a la ciudad de Rabat. Pese a que el partido ante el Cruz Azul se disputa finalmente en Marrakech, el club blanco se desplazó hasta la capital marroquí para realizar un entrenamiento a puerta abierta para todos los aficionados y para que Florentino Pérez pudiera llevar a cabo un acto de la Fundación blanca a poco menos de una hora de Rabat.
La presencia de los jugadores de Ancelotti y del presidente responde a ese espíritu de universalización que Florentino cree que todavía tiene a medio camino y que el Mundial de Clubes le permite seguir ejecutando. Lo mejor para el equipo habría sido viajar directamente hada Marrakech, pero la prioridad comercial ganó la partida y Ancelotti y los suyos hicieron escala en Rabat durante 20 horas con entrenamiento incluido.
El respeto hacia el Cruz Azul es total y absoluto. Así se lo ha dicho el entrenador a los jugadores madridistas, a los que ha prohibido hablar de la final o de la posible conquista del Mundial. Y todo por la presencia del equipo mexicano, que como demostró en el partido de cuartos, van a luchar hasta el último segundo por eliminar al Real Madrid. “Sabemos que no será fácil y que lo vamos a tener que pelear hasta el último momento del partido”, comentó Pepe.
Con Modric en Madrid y con James sin estar recuperado al ciento por ciento, Ancelotti afronta el partido con un centro del campo experimental y con Kroos como referencia absoluta. Si el alemán se constipa, el Real Madrid sufre. Isco e Illarramendi serán sus escuderos, y los encargados de crear juego para Ronaldo, Bale y Benzema.
La otra baza del equipo madridista es la representada por Casillas. Tras un año sumergido en dudas, el capitán ha vuelto y una vez más sus paradas son decisivas para que su equipo gane partidos y títulos. El penalti del pasado viernes es la prueba más evidente de la importancia recuperada por Casillas dentro del equipo blanco. El Cruz Azul ya lo sabe y sueña con poder doblegar la resistencia del portero del Real Madrid en los últimos años.