Un minuto, un toque y un gol bastaron para que el Atlético sentenciara la eliminatoria y dejará al Real Madrid sin el primero de los títulos que conquistó la temporada pasada. Y esa secuencia la firmó Fernando Torres, ocho años después de su último gol con el Atlético y su primero como jugador rojiblanco ante el conjunto merengue, equipo que todavía sigue de vacaciones y viviendo de éxitos pasados.
Lo sorprendente es que la historia se repitió por completo en el inicio de la segunda parte. Nuevo fallo, en esta ocasión de Sergio Ramos, secundado por unos mediocres Carvajal y Pepe, que no desaprovechó Fernando Torres para marcar en el primer minuto de la segunda parte.
Torres desmontó por completo el escenario montado alrededor del partido de vuelta de octavos de final de la Copa. La multitudinaria llegada del Real Madrid al Bernabéu entre un pasillo humano, vídeos, mensajes vía redes sociales de los jugadores, saltaron por los aires en el segundo 46 del partido. Un error de Pepe y un zurdazo inapelable de Torres dejaron a Keylor Navas con cara de no creerse lo que le sucedía.
El gol y su inesperada aparición dejó al Real Madrid muy tocado y a un Atlético muy cómodo y feliz con esos tres goles de ventaja. Un cuarto de hora tardó Ancelotti en lograr despertar a los suyos, con un Ronaldo lejos de su mejor forma y sin capacidad para rematar de la multitud de balones que la defensa de los de Simeone concedieron a los blancos. En una de ellas, tras fallo de Oblak, llegó el empate de Ramos y la vuelta a la heroica blanca abortada por completo por Fernando Torres al minuto de juego de la segunda mitad.
El gol de Ronaldo sirvió para maquillar una dolorosa eliminación para el Real Madrid. El Atlético se dedicó a manejar el resto del partido con la entrada de Arda en lugar de Torres, lo que necesitaba el equipo rojiblanco para controlar el juego y empezar a pensar en el Barcelona, rival que espera a los de Simeone la próxima semana.
El resto del partido sirvió para que Simeone tuviera un detalle con Raúl Jiménez, algo que no tuvo Ancelotti con Chicharito, al que más le valía buscarse la vida lejos del Real Madrid.