Por Nardo Zaizar
Desde hace varias temporadas merengues y culés se enfrascan en debatir sobre quién es mejor entre Cristiano Ronaldo y Lionel Messi cada vez que se juega el clásico español. ¿No se saben otra o qué? Digo, hay temas recurrentes que se registran con frecuencia cuando Real Madrid y Barcelona se enfrentan, pero luego se quedan en la flojera de las discusiones sin darle la atención debida. Pensemos en las complacencias arbitrales con Sergio Ramos.
No se necesita ser madridista o blaugrana para darse cuenta de que el tipo pierde la cabeza siempre que se topa al Barcelona en su camino, o en su defecto cuando nota que el equipo rival es superior. Ahora le dio por propinarle un “cariñito” en el rostro a Luis Suárez, acción que merecía tarjeta roja. El silbante decidió perdonarlo con una amarilla.
¿Tanto pesa que sea jugador del Real Madrid como para que se le conceda perdón a las consecuencias de sus impulsos pendencieros? Parece ser que sí. De otra manera es inexplicable que los árbitros le teman para ser justos en la sanción de sus actos.
El día que un silbante se atreva a mostrarle la roja, el futbol habrá ganado. Antes que pensar en la justicia con el VAR, primero aplicar la justicia de lo inmediato que ni siquiera merece repetición; Ramos es bastante evidente cuando se gana una expulsión.
P.D. No vayan ustedes a creer que soy del Barcelona, eh.
Estimado Sergio Ramos, esto no se hace. Y menos, por la espalda. pic.twitter.com/0Wq4piFWp8
— Roberto Martínez (@robermartinezok) December 23, 2017