Por Roberto Quintanar
Es verdad. Una golondrina no hace verano. El triunfo de Universidad sobre América en el Clásico Capitalino no puede ni debe borrar la mala campaña que ha hecho el conjunto del Pedregal, pero el sabor que dejó arrebatar al eterno rival su condición de invicto, en su propia casa, es la catarsis que la afición esperaba y merecía.
Del partido se pueden sacar varias conclusiones importantes para entender el fenómeno Memo Vázquez, que ha llegado más allá del rectángulo verde.
Pumas recobró un poco de su memoria con el regreso del timonel en un aspecto fundamental: la actitud dentro de la cancha. No es sólo una cuestión de táctica, misma que poco a poco se ha vuelto menos conservadora que con José Luis Trejo, sino en esos pequeños detalles que, siendo sinceros, deberían darse por descontados cuando se habla del Club Universidad Nacional: correr los noventa minutos, morder en cada centímetro de la cancha y presionar al rival desde la salida.
Ese efecto Memo contagió a una tribuna que, a pesar de nunca abandonar al equipo, sí sentía que Pumas tenía (y todavía tiene) una enorme deuda con ellos. Una buena forma de comenzar a pagarla fue festejando el sesenta aniversario con el triunfo en una cancha que últimamente se ha teñido de azul y oro: el Estadio Azteca.
Fue así como, por lo menos durante noventa minutos, regresó la comunión cancha-tribuna, un matrimonio que ha sido muy turbulento desde la salida de Vázquez hasta su regreso al banquillo del equipo hace apenas unas semanas.
Este matrimonio es fundamental para comenzar a superar la crisis. Memo conoce cuál es la filosofía de Pumas y, con el material que tiene, trata de ofrecer una versión más ad hoc al estilo que históricamente ha caracterizado a los del Pedregal. En la medida que el público sienta empatía con su equipo, tal como pasó el domingo pasado, podremos saber qué tanto ha vuelto Universidad a las raíces.
Este triunfo ha sido un buen comienzo. A pesar de que no se pueden echar las campanas al vuelo, una brecha de luz ha aparecido luego de mucho tiempo de oscuridad. Las revoluciones que han acompañado la vuelta de Memo Vázquez, y en las que ya está poniendo énfasis Antonio Sancho, son un buen indicio.
Sin embargo, el camino para la recuperación de un enfermo nunca es fácil. Mucho tiempo falta para saber si la medicina será eficiente o un efímero efecto placebo. Por ahora, es momento de seguir disfrutando para la fanaticada universitaria: una posible resurrección ha comenzado en el escenario que mejor cae a su afición… el Clásico Capitalino, que fue enteramente auriazul.