El Gobierno español ha hecho todo lo que le pidieron. Al menos eso dice la vicepresidente Soraya Sáez de Santamaría, pero por lo visto no ha sido suficiente. Los futbolistas se sienten traicionados. Ángel María Villar y su Federación de fútbol también.
La huelga convocada por el sindicato de jugadores no es más que el reflejo de una situación de tensión y de luchas de poder que han desembocado en un conflicto que el gobierno no quiere ver ni en pintura a dos semanas de elecciones municipales y en año de comicios generales. Puede parar todo, pero el fútbol sigue siendo imprescindible y eso en Moncloa lo saben a detalle. Una huelga en el futbol sería mortal de necesidad.
Tebas, patrono de la Liga, quiere poner a la opinión pública en contra de los futbolistas. Cierto es que el Decreto coloca al futbol español ante un panorama que puede llevar a la competición a un escenario mejor, más igualado, pero no todos los componentes de este circo que es el futbol, se sienten protegidos por una ley que sale del gobierno y que nace por expreso deseo del mundo del balompié. El problema aparece cuando varios de los actores han jugado un papel irrelevante en esta historia, empezando por los futbolistas.
El presidente de la LFP acusó al sindicato de los futbolistas de engañar a sus asociados y de prestarse a una imagen que ha dado la vuelta al mundo, pero que él ha comparado con políticos que se identificaban y defendían al terrorismo. Pues bien, Tebas falta a la verdad. Todos y cada uno del centenar de futbolistas que aparecieron por el hotel madrileño sabían a lo que iban. No reclaman una bajada de impuestos, ni nada parecido.
Luis Rubiales, exjugador y ahora sindicalista, quiere que a los futbolistas no les nieguen lo que es suyo. Gobierno y LFP han decidido que pese a ser las estrellas de todo este teatro, los jugadores tengan un papel secundario, especialmente la mayoría de esos futbolistas, los jornaleros y no esos millonarios que ustedes vieron en la famosa foto y que han dado la cara por sus compañeros como nunca.
AFE denunciará a Tebas, pero mientras tiende la mano al diálogo. La comparación hecha por el presidente de la LFP entre los actos de Herri Batasuna y la rueda de prensa del pasado jueves, pasará a los anales de la historia del deporte español. Si quería llamar la atención, lo ha logrado, pero veremos el coste que tiene.
El conflicto se ha podido evitar, pero como se dice por España, por momentos la historia ha parecido una demostración de poder, de llegar mas lejos, más que de buscar un punto de encuentro. Villar no quiere ceder ni un ápice, pero Tebas y Cardenal tampoco prestan atención a lo que dicen la Federación y AFE. No se aguantan, ni se soportan. Uno quiere seguir controlando el futbol y el otro, con la complicidad de Cardenal, quiere quedar por encima y controlar el mismo a su manera. El profesional ya es suyo, pero el otro, el de verdad es territorio de Villar.
La próxima semana hablarán y la huelga quedará suspendida, pero en breve aparecerán nuevos conflictos. No se aguantan y por mucho que quiere Tebas, el fútbol sigue siendo cosa de Villar y la Federación, tal y como lleva demostrando en los últimos 27 años. Los próximos conflictos serán los fondos de inversión, la sanción al Almería o el dominio del estamento arbitral.
Por cierto, en los próximos días Blatter dejará caer aquello de la suspensión del fútbol español a nivel internacional. Al tiempo. La injerencia política sede el argumento. La guerra sigue y no parará.