Por Llanely Rangel
¿Dónde quedó el Atlético de Madrid glorioso? Se pregunta Eduardo, colchonero desde que tenía siete años, hoy tiene 38 y esa cuestión le aturde cada quince días. Desde la tribuna norte del Estadio Vicente Calderón no deja de recordar que alguna vez ese equipo indio era el orgullo de su padre. “Mi papá no pudo morir de otra forma, pienso que lo tenía planeado. Era el año 1996, yo tenía 22 años”.
Mi infancia fue diferente a la de otros niños, para convivir con mi padre estaba de por medio el Atlético. Durante años cambié horas de juego por un sillón al frente del televisor. Para papá, el rojiblanco lo era todo y yo quería formar parte de eso.
Mis héroes estaban lejos de los convencionales, lejos de las caricaturas o los librillos de anime. Mis ídolos tenían nombre y apellido. Francisco Narváez o Luis Aragonés, “todo un cerebro para la ofensiva”, aseguraba mi progenitor.
No lo culpo de haber cambiado mi niñez, si yo hubiera vivido aquellos años de éxtasis con el colchonero -en 1960 con la obtención de cuatro títulos o en 1970 con tres títulos de Liga y dos Copas del Rey- la epidemia rojiblanca que azotaba Madrid seguro también hubiera arrasado conmigo. Porque eso sí, merengue nunca.
Pero a mí el sentimiento indio me lo dejo él. Tras varios años me acostumbró a su mal humor si el Atlético perdía, a su regocijo si ganaba o a su insípida sonrisa si había empatado.
Más aún me dejó una marca inolvidable en 1996. A pesar de los años que ya lo impedían de esfuerzos físicos, no se perdía por televisión o radio un sólo partido, conmigo sentado a su lado. Presumía ser un hincha de verdad. Fue entonces cuando el director técnico Radomir Antic y los jugadores Milinko Pantic, Caminero, Diego Simeone, Delfi Geli, premiaron su fidelidad. Justo en su último año de vida.
A pesar de lo invencibles que pudieran parecer en competencia el Barcelona y el Madrid, que contaban con jugadores como Guardiola, José María Bakero, Luis Figo, Fernando Hierro, Laudrup o Zamorano, el colchonero los superó. Y de qué manera, Liga y Copa del Rey, doblete.
En el partido de la disputa por la Copa del Rey frente a los blaugrana, justo antes de que Pantic rematara con la cabeza aquel pase de Geli que ponía el marcador 1-0 en favor del Atlético, mi padre ya estaba gritando: “Te lo dije, te lo dije”.
Duramos meses deslumbrados, en Madrid no se hablaba de otra cosa que no fuera del triunfo del Atleti frente al Albacete 2-0 por la Liga y sobre todo frente al Barcelona 1-0 por la Copa.
Ahora me acostumbro a creer que sí existe el antídoto a la hegemonía que imponen el Real Madrid y el Barcelona. Es el Atleti . Ese Atleti del que tanto me hablaba mi abuelo, ese Atleti que sigue ganando con el corazón a prueba de infartos. Ese Atleti que vive en los latidos del Cholo. Ay ese Cholo. Si hoy te vieras como jugador seguramente dirías que eres más grande hoy que ayer.