Por: Santiago Cordera
“Es inexplicable pero a veces es más complicado jugar contra 10. Si te pones a pensar complica más precisamente. A veces es hasta contraproducente jugar contra uno menos”, dijo José Luis Trejo al perder este domingo 2-1 contra Toluca.
Cuando leí sus declaraciones entré en shock. Al triste sabor de la derrota frente a los ‘Diablos’ -que de diablos tienen poco- había que sumarle ahora los pretextos de José Luis Trejo. Pensé: ¿habrá otro entrenador en el mundo que piense que jugar contra 10 es más difícil que hacerlo contra 11?, “no, imposible”, me dije en silencio pero con ganas de gritar.
Si fuera verdad lo que dijo nuestro querido José Luis Trejo, habría entrenadores que, de acuerdo al rival, decidiría jugar con 10 o con 11. No sé cuál sería el criterio del entrenador para tomar esta decisión, ni siquiera haciendo un esfuerzo mental lo logro, porque intuyo que veo el futbol como un entretenimiento básico y elemental a diferencia de cómo lo ve el señor Trejo, que cree que detrás del balompié está la ciencia exacta.
Lo cierto es que hasta el día de hoy no he visto a un equipo salir con un futbolista menos; bueno sí, en el futbol amateur, en donde una borrachera es capaz de dejar incompleto al conjunto. Bajo esta lógica, me niego a pensar que Trejo es un técnico amateur, pero me aterra pensar que quiera comprobar su tesis y salga un día, con el sol iluminando el Palomar, con CU lleno a reventar, con 10 jugadores.
Quiero pensar que nunca lo hará y que ese discurso con a sabor a pretexto se va a quedar en pretexto. Me gustaría pensar que José Luis Trejo se conoce mejor que nosotros a él y que entiende que el problema de los malos resultados del conjunto universitario no son producto de la dificultad de jugar contra un equipo con 10, sino de sus propias carencias emocionales para hacer que la sangre de su vestuario se caliente y corra a gran velocidad, porque si algo no percibo en el equipo son emociones, pasión, coraje, deseo, ambición, y un equipo que representa –en su mayoría- a estudiantes universitarios –por ende jóvenes- necesita transmitir emociones como los estudiantes mismos.
Que no es el único problema, no lo es. Hace tiempo que el club que mejor cantera tenía hace algunos ayeres ha dejado de producir jóvenes con un talento único. Es verdad, pero no por eso debe justificarse la falta de motivación. Tampoco debe justificarse la falta de carácter, en Pumas hay y seguirá habiendo estrellas, es cuestión de trabajar en la estructura como se hacía hace tiempo y los frutos madurarán.
Que otro problema es que los extranjeros no han rendido como se esperaba, también es cierto, pero hay que darles tiempo de adaptación e integración en una institución que por sus características es muy diferente al resto de equipos que componen la Liga MX. Pumas no es cualquier equipo, es un club con orgullo, ambición, que nunca ha descendido a Segunda –y nunca lo hará-, que representa a la Máxima Casa de Estadios, que forja talento joven, que tiene carácter, valor, espíritu y lucha, tanto, que hasta himno tiene.
O sea que identidad tiene, el problema es que su sangre se enfrió y su técnico no sabe cómo transmitirle calor, cómo hacerla circular a gran velocidad, de tal forma que Trejo nos hace pensar que el problema es táctico cuando en realidad es emocional. O al menos eso pensamos algunos cuando vemos que Pumas lleva dos derrotas al hilo frente a equipos que no carburan y llevamos tiempo esperando que un rayo caiga en CU para que la electricidad que nuestro querido entrenador no ha sabido producir encienda los ánimos de nuestros amados jugadores.