Por: Roberto Quintanar
Hoy más que nunca, los Pumas están obligados a hacer historia en Copa Libertadores. No sólo es el hecho de que la plantilla de Universidad tenga un valor aproximadamente 10 veces mayor (38 millones de dólares) a la de su rival en octavos de final, el Deportivo Táchira de Venezuela, ni su mejor posición en la fase de grupos, que le garantizó ser el segundo sitio general.
El motivo más fuerte por el que los del Pedregal deben llegar más allá de la segunda ronda es la inusual inversión realizada por el club en el último año y la buena cantidad de mexicanos no canteranos, naturalizados y extranjeros que hay en el plantel.
No avanzar de octavos de final sería un fracaso por el simple hecho de haber dado la espalda a una filosofía histórica con el objetivo de tener a un equipo competitivo, capaz de sobresalir tanto en el torneo local como en el certamen continental.
La mesa está servida. Pumas tiene jugadores de mayor experiencia y jerarquía, acostumbrados a disputar este tipo de duelos (algo que es inusual en la historia del club), y un plantel vasto para plantarse en Sudamérica frente a un rival inferior en el papel (pero que debe ser tomado muy en serio).
A Universidad no le basta con haber hecho una buena fase de grupos… no bajo las circunstancias actuales. Es hora de hacer historia, pues no se sabe cuándo se repetirá una oportunidad como esta. Sólo el éxito justificará un proyecto que, por ahora, está muy alejado de los lineamientos con que este equipo se hizo grande.