Por Leo Salazar
Desesperados. Sin ton ni son. Desenvolviéndose en la cancha como jugadores pendencieros y no como futbolistas con el talento que poseen. Así lucieron Edson Álvarez y Diego Lainez en este Apertura 2017 bajo la dirección técnica de Miguel Herrera.
Después de haber sido instruidos con conceptos futbolísticos definidos al mando de Ricardo La Volpe, estos dos chicos sufrieron con la partida del Bigotón y llegada del Piojo al Ame. Todo el proceso de formación, aprendizaje y desarrollo de sus aptitudes en el campo, se irrumpió con consecuencias negativas.
Fueron visibles las muestras de deterioro en ambos muchachos. Faltas innecesarias, tarjetas infantiles, penaltis cometidos, fallas al tocar el balón. La lectura de juego adquirida con La Volpe se transformó en desorientación con Herrera. Los síntomas fueron evidentes. ¿Ejemplos claros? Lainez más preocupado por defender que por atacar y Álvarez haciéndose expulsar dos veces en la Liguilla en lugar de conservar el liderazgo que le ha llevado a ser titular.
Nadie dice que el Piojo sea un mal técnico, pero no es estratega ni formador, rasgos que sí tiene el Bigotón, encargado de guiar, lanzar al ruedo y orientar a los dos muchachos con bases sustentadas en el conocimiento del juego como tal.
¿Será capaz Herrera de recuperar y permitir las mejores versiones de Diego y Edson? Por su bien, y por el de América, debe hacerlo. De lo contrario, el futbol mexicano pierde con el empeoramiento de dos jóvenes con capacidades para llegar más lejos.