2004. Ivan Basso vencía a los Pirineos y más que eso. En la camiseta llevaba la leyenda “Mamá, por ti”. Su progenitora había muerto en un encarnizada lucha contra el cáncer y él se había desquitado en la bicicleta, pedaleo tras pedaleo, superando una curva o una subida.
En la muñeca izquierda lucía la pulsera amarilla de la fundación Lance Amstrong, que lo apoyó durante toda su pelea contra la enfermedad. En aquella ocasión llegó al tercer lugar del podio y los periódicos españoles le hacían los honores correspondientes: “El heredero del trono de Lance”,“Basso es el futuro del ciclismo”, “Ivan Basso tercero, pero lo más prometedor”.
Dos años después, el oráculo de la prensa se cumplía; Amstrong se retiraba y Basso llegaba a la cumbre del ciclismo mundial triunfando en el Giro de Italia. No había descripción más exacta de la magia que lo acompañaba al pedal que la que hizo un periodista del diario El Mundo: “Ivan Basso, el gran candidato al Tour de Francia, el heredero de Lance Armstrong, ha ganado el Giro con una pierna. Con diferencias de tiempo sobre el resto de sus rivales que son más que inusuales en los últimos años”.
En conferencia de prensa, él cedía el merito de su logro al trabajo en equipo pero pronto, la llamada Operación Puerto señalaría que el dopaje fue la verdadera causa. Pagó dos años de suspensión pero volvió a la rodada, se proclamó vencedor del Giro de Italia 2010 al defender la última maglia rosa tras la contrarreloj de 15,3 kilómetros por Verona.
Su dominio y superioridad en aquella ocasión disiparon las dudas: esta vez no había trampa. Recorrió un largo camino para llegar hasta ahí con superioridad y elegancia. Su objetivo para este Tour 2015 era menos egoísta; ya no buscaba el beneficio propio, quería ayudar a Alberto Contador.
Pero hoy se enteró que vuelve al principio… ahora el cáncer lo embiste a él. “Sufrí una caída en la quinta etapa y me di un golpe en los testículos. Tuve fuertes dolores y no se me iban. Después de la crono me dolía más. Me han hecho análisis en el hospital y ha llegado la peor noticia. Debo dejar el Tour. Lamento no poder ayudar a Alberto Contador, pero espero verlo de amarillo en París”, explicó.
El miedo se reflejaba en sus ojos. Es una caída que le tomó por sorpresa, de esas que te tiran cuando estás cerca de la cima. Pero como en el ciclismo quizá vuelva a tomar ritmo, vuelva a desquitarse de la única manera en que sabe… con la bicicleta pegada a las piernas.