Por: Roberto Quintanar
El Tri es una seducción que pocos dejan pasar. Sus encantos son tan peligrosos como inevitables. Una vez que un técnico se sienta en el banquillo al que todos aspiran, es difícil no volver a pretender ese sitio que, al tiempo de ser un honor, también suele convertirse en la más dura de las condenas.
No hace mucho, Miguel Mejía Barón había dicho 'no' cuando el equipo que lo formó como futbolista y entrenador, los Pumas de la UNAM, le ofrecieron tomar el timón de un barco que en ese momento estaba agujerado por todas partes. El Doctor afirmó que esa época de su vida había terminado en una de sus columnas que aparecían semanalmente en el diario Récord:
No reflexioné con la seriedad debida que lo que ganaría en un año corresponde a lo que ganaré en diez, simplemente me dije a mí mismo: primero, “No guardo para mis nietos”; segundo, que lo más probable será que no viva esos diez años y si me equivoco, no puedo comerme más de un pollo al día; y tercero, recordé una frase de Helenio Herrera cuando acababa de sufrir un infarto: “¡Qué suerte! Ahora empezaré a vivir mejor, seré menos exigente conmigo mismo”.
A pesar de esto, a Miguel le fue inevitable aceptar la invitación de su amigo Ricardo Ferretti para apoyarle con los Tigres. Hoy que el Tuca asumirá el mando de la Selección Mexicana, Mejía Barón tampoco pudo decir que no a convertirse en su auxiliar. ¿Cuáles habrán sido los motivos del hombre que hasta hace un par de años aseguraba que no volvería a trabajar en el balompié profesional?
Así haya sido únicamente para apoyar a su gran amigo Tuca, el Doctor se dejó seducir nuevamente por el equipo con el que vivió lo mismo pena que glorias hace más de veinte años. Hablar de sus logros y fracasos sería hacer un ejercicio retomado una y otra vez. Lo que en verdad es digno de análisis es desmenuzar los pensamientos de Miguel para asumir un rol que, aunque luce secundario, implica una presión enorme (no la misma que sufrirá Ferretti, pero sí compartida por mera inercia).
Sintomático es, pues, que Mejía Barón haya rechazado salvar a sus queridos Pumas pero no aventurarse a ayudar a salvar al Tri. Es un sitio demasiado seductor.
Como se sabe, el tema no pasa por lo económico. Pero es probable que el Doc tenga una espina clavada por cómo se dio su salida en aquel verano de 1995 o vea en ésta una gran oportunidad para volver a vivir esas viejas glorias que todo hombre relacionado al rectángulo verde siempre añorará.
Otra curiosidad es que Mejía Barón vuelva a la Selección justo después de que Miguel Herrera saliera por la puerta de atrás. El Doctor había dejado al Piojo fuera de la escuadra que disputaría el Mundial de 1994 debido a su carácter explosivo e inestabilidad emocional, aspectos de su personalidad que también le costaron el puesto como timonel del Tri.
Sea cual fuere el motivo por el que Mejía Barón decidió acompañar a Ferretti, su experiencia será vital para sortear los partidos y controlar un entorno que muy pronto podría volverse hostil para Tuca. Por esas razones, no queda más por decir: ¡Bienvenido a bordo nuevamente, Doctor!