Manny Pacquiao lo intentó de todas las formas. Fue al ataque, buscó el combate y se dedicó a querer boxear. Pero no pudo irse con los brazos en alto. Floyd Mayweather, con su estilo elusivo, llevó la pelea a las tarjetas, ésas en las que no podía perder y se impuso por una en cierta medida discutida decisión unánime en Las Vegas.
La voz de decepción que bajó desde las gradas del MGM al final del combate lo dijo todo. La expectativa rebasó con creces a la realidad. Money no cambiaría su estilo aun si de eso dependiese la humanidad. Golpes certeros, pero poco constantes, mucho movimiento de cintura y escaso intercambio. Con eso bastó.
El filipino se tardó un episodio en entrar al combate. Y cuando lo hizo, lastimó a Floyd, quien en un inicio se veía estático. Fue entonces que Mayweather volvió a sus clásicos escapes aprovechando la distancia para sacar puntos suficientes. A pesar de que el filipino mantuvo equilibrado el trámite en los primeros seis rounds, el séptimo fue un punto de inflexión cuando que el asiático comenzó a sentirse cansado. A partir de ese momento, la pelea fue de un solo lado.
Al final, Pelea del siglo fue una denominación que quedó grande para un combate que se enredó en la estrategia de 'Money'. Con poco espectáculo, como suele suceder en sus pleitos, el todavía invicto campeón hizo lo que sabe: evitar ser conectado. Así construyó su ventaja.
Las tarjetas finales dieron 116-112, 116-112 y 118-110, una de ellas bastante dispar para lo que se vio sobre el cuadrilátero. El afroamericano, exulante, subió a las cuerdas para recibir un abucheo que recibió con orgullo. No le importó. El triunfo fue suyo.
