Las tácticas utilizadas en la Segunda Guerra Mundial por Italia se convirtieron en el nacimiento de una nueva forma de jugar en el campo. Un país que sufrió invasiones casi hasta el siglo XX debía desarrollar una mentalidad defensiva, más o menos como la de una “trinchera”.
La devastación de aquella época trajo consigo a uno de los hombres que cambiaría por completo la táctica en el futbol.
La historia comienza en lo más olvidado del nuevo continente. Buenos Aires, Argentina, fue la tierra que envolvió el nacimiento de Helenio Herrera, hijo de inmigrantes españoles, que llegaron a América con la esperanza de una nueva vida. Las cosas no salieron bien y tuvieron que emigrar a Casablanca, Marruecos. Ahí, el pequeño Helenio casi muere de difteria, una prueba que marcó su vida profundamente pero que le sirvió para seguir adelante.
Su infancia fue dura. Trabajó con su padre en una carpintería, pero él sabía que su futuro estaba en otro lado, tal vez, en lo campos de futbol.
Helenio distaba de ser ese tremendo crack que deja a más de uno con el ojo cuadrado, pero sus cualidades como zaguero central estaban en la garra, pasión y sacrificio, mismas que reflejaba en la cancha.
Fiel a su estilo, fue por la vida predicando la misma frase una y otra vez, pero tal era su efectividad que fue apodado el Mago.
Deambuló por varios equipos en Francia, ganando apenas una Copa de Liga en 1942 con el Red Stars. Obtuvo la nacionalidad francesa con el firme deseo de jugar con los Blues.
Como en su infancia, la Segunda Guerra Mundial lo alcanzó. Sus ilusiones se perdieron como cenizas en el viento de un mundo sin paz. El día que renunció a ser jugador comenzó a escribir su verdadera historia.
En 1945, sus hazañas empezaron a sonar en toda Europa; Francia, Portugal, España e Italia. Siendo este último país donde dejaría un huella imborrable, pero sobre todo un estilo de juego.
Su llegada al Inter provocó una revolución en el sistema táctico.
El Mago incluyó en sus sistema un jugador libre por detrás de su línea de cuatro jugadores, algo inexplicable para la época. Como en la guerra, Helenio Herrera planteó un sistema puramente defensivo, pero con el más mínimo descuido atacaba como un auténtico alacrán. El “líbero” encabezaba el grito de rebeldía a la máxima velocidad. Era un verdadero deleite para ese tiempo. Giacinto Facchetti por la banda izquierda era un demonio, mientras por el centro Luis Suárez y Sandro Mazzola se encargaban de repartir el futbol.
La máquina nerazzurra consiguió ganar tres Scudetti, dos Copas de Europa y dos Intercontinentales en tan sólo tres años.
Gianni Brera, uno de los periodistas más destacados de la época en Italia, fue quien bautizó el sistema con el nombre de “Catenaccio”, justificándolo por una desventaja física y psicológica producto de la posguerra. Aunque la forma de juego es conocida desde 1930, implementada por Karl Rappan, los italianos fueron capaces de reinventar y mejorar el sistema.
Helenio Herrera es, quizá, el culpable de los éxitos del futbol italiano; sin embargo, jamás pudo repetir sus éxitos en los 13 años restantes de carrera. El Catenaccio murió luego de que Italia cayera 4-1 con el Brasil de Pelé en la final de la Copa del Mundo de México en 1970. Años más tarde, Helenio Herrera falleció de un ataque al corazón en Venecia.