Por Asairi Nava
Salir a conferencia de prensa a contestar preguntas sobre un resultado adverso es muy difícil, pero aceptar que el rival posiblemente te pasará por encima en el siguiente juego de verdad requiere tener los pantalones bien puestos. Juan Antonio Luna nos dio una muestra de cómo la psicología inversa puede brindarte excelentes resultados.
América se presentó en el Azteca tratando de hacer valer su casa ante el Flamengo, se puso al tú por tú durante gran parte del juego, pero en los minutos finales no resistieron más los embates del equipo brasileño y terminaron superados. De igual manera la directiva no pudo soportar más a Romano, y decidieron poner un rato a Luna en el banquillo.
La eliminatoria estaba a favor de los brasileños 4 a 2, el Cabezón era consciente de que sería muy difícil y fantasioso llegar al Maracaná y darle la vuelta al juego para conseguir el pase a semifinales, pero pareciera que el no creer en su equipo les brindó todo el ánimo y fuerza que necesitaban para realizar la hazaña.
Los jugadores se metieron en la cabeza que podían salir a la cancha, dejar su portería en cero, vencer al Fla y brindarle a la historia futbolera de Brasil un nuevo Maracanazo. Pocos lo hubiéramos creído posible, pero ellos lo hicieron posible.
Línea de cinco atrás, con un Paco Memo intratable, que evitó goles de a montones y con Cabañas sólo esperando el contragolpe. Primero el paraguayo los vacunó con un gran disparo desde fuera del área, después Esqueda -sí, ese que ahora la rompe en Polonia- mediante una vaselina puso a todos los fanáticos brasileños a morderse las uñas, sólo faltaba un gol para que las Águilas avanzaran.
Al regresar del descanso, el técnico de los Urubu mandó todo lo que tenía al ataque, pero no por tener más delanteros vas a anotar goles, una máxima del futbol. La portería del Ame era una verdadera muralla, nada podía atravesar las manos y cuerpo de Ochoa, además de que los delanteros volaron todas las opciones claras de gol que tuvieron.
El que perdona pierde, vaya que estamos seguros de eso. Cabañas decidió golpear un tiro libre desde muy lejos, casi a media cancha. La diosa Fortuna se hizo presente y le dio un gran regalo a los de Coapa. Salvador disparó, el balón golpeó en la barrera y se desvió, tomando a contrapié al arquero que no pudo alcanzar el balón y sólo vio cómo se colaba lentamente dentro de su arco.
El Flamengo se fue a los pelotazos al área durante más de 10 minutos, no funcionó, se fueron tristes y derrotados. Juan Antonio Luna y su magistral estrategia obtuvieron los resultados planeados. Después de darse por vencido en la conferencia de prensa, sus muchachos salieron a dar la cara por México y por su institución, y de paso escribieron otra página triste para los brasileños y su futbol.