Por: Roberto Quintanar
El 28 de febrero de 2001, una dolorosa tradición nació en el estadio Columbus Crew (hoy MAPFRE Stadium) de Columbus, Ohio. Ese día, los estadounidenses descubrieron en ese campo el lugar más inclemente para el futbol mexicano.
Desde aquel fatídico 2-0 dibujado por Josh Wolff y Ernie Stewart en las eliminatorias para la Copa del Mundo de Corea/Japón 2002, las representaciones mexicanas han visitado Columbus otras siete veces (tres la Selección Mexicana y cuatro los clubes que han enfrentado al club local en la Copa de la CONCACAF y Concachampions). Los números absolutamente desfavorables.
El Tri suma cuatro derrotas en mismo número de partidos disputados en esa cancha por idéntico marcador: 2-0. Como una dolorosa astilla enterrada por más de una década, el #DosACero es la firma indeleble que el Tri ha cargado en sus espaldas.
Misma suerte corrió Monarcas Morelia, primer club mexicano que enfrentó en un torneo oficial al Crew, en los cuartos de final la Copa de la CONCACAF de 2003. Los michoacanos cayeron también por 2-0, aunque eso no terminó siendo determinante en la eliminatoria, pues los morelianos se la llevaron con un contundente global de 6-2.
La primera (y hasta ahora única) victoria de un equipo de la Liga MX en esa cancha se dio en la Concachampions 2009-2010, cuando Cruz Azul derrotó sin mayores problemas al Crew con goles de Pablo Zeballos y Alejandro Vela.
En los cuartos de final de ese mismo torneo, Toluca también visitó Columbus. Aunque no pudo llevarse el triunfo, sacó un valioso empate a dos goles que a la postre le ayudaría a avanzar a semifinales con un global de 5-4.
La visita más reciente de un club mexicano a la cancha del Crew se dio en la Concachampions 2010-2011. Ese año, Santos Laguna vivió en carne propia el infierno de Ohio y cayó por la mínima diferencia.
En total, los representativos del futbol mexicano (clubes y Tri) suman seis derrotas, un empate y un triunfo en Columbus.
Con la frialdad de estos antecedentes, México tratará de romper la maldición de Columbus y quitar el tufo de azufre infernal que rodea a ese territorio inhóspito.