El 26 de junio de 2013 cambió la vida de Aaron Hernández, jugador de New England Patriots. Agentes de la North Attleborough, del departamento de policía de Massachusetts, lo arrestaron en su casa acusado de la muerte a tiros de Odin Lloyd. Este miércoles fue declarado culpable de asesinato premeditado y condenado a cadena perpetua.
Lloyd, quien salía con la hermana de su prometida, murió nueve días antes del arresto de Hernández debido a un disparo de un arma calibre 45 y más tarde fue encontrado tendido en un pozo de grava en la ciudad de North Attleborough.
El 22 de agosto de 2013, Hernández fue acusado formalmente por el asesinato de Lloyd, Al mismo tiempo se inició una investigación relacionada con otros casos de violencia, incluyendo asesinatos múltiples, tanto en Florida como en Massachusetts.
Un video de vigilancia mostró al jugador manejando un automóvil Nissan Altima. Poco después, una cámara de peaje grabó al mismo auto dejando Boston. El teléfono de Lloyd registró varias llamadas de celular antes de detenerse en North Attleborough y permanecer allí.
Otro video más, grabado en la casa de Hernández minutos antes del tiroteo, lo mostró sosteniendo un objeto negro que parecía una pistola; además un cigarro de marihuana, que contenía el ADN del acusado, fue hallado cerca del cuerpo.
Hernández tenía un contrato con los Patriots por 40 millones de dólares
Los testimonios duraron más de dos meses y el juicio se extendió. Hernández también fue encontrado culpable de posesión ilegal de un arma de fuego y municiones. Los jurados consideraron que hubo premeditación y por eso la categoría de homicidio es de primer grado.
“¿Tomó las decisiones correctas? No. Era un chico de 23 años que atestiguó un asesinato impactante, cometido por alguien que él conocía. Él no supo qué hacer, así que sólo puso un pie enfrente del otro”, dijo el abogado Sultan durante sus argumentos de cierre.
El jugador fue sentenciado a cadena perpetua, sin posibilidad de salir bajo libertad condicional. Las leyes de Massachusetts determinan que en casos de asesinato premeditado hay pocas opciones, más allá de la cárcel de por vida.
Notas relacionadas: