Por: Roberto Quintanar
Parece una innegable y triste tradición doblar las manos ante cualquier cosa que implique la bandera de las barras y las estrellas. Justo en un momento en el que ya ni el futbol nos sirve de consuelo frente al vecino del norte, nos enteramos de la voz del mismísimo subsecretario de Estado para asuntos de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo de la Unión Americana, Tom Malinowski, que el gobierno mexicano aceptó ante el estadounidense los errores, omisiones en los casos Tlatlaya y Ayotzinapa.
Claro, no es lo mismo que un gringo nos diga la verdad en nuestra carota (que en México hay problemas graves de corrupción, desapariciones y tortura) a que lo haga el argentino relator especial para la tortura de la ONU, Juan Méndez. En el caso norteamericano, a diferencia de lo ocurrido hace unas semanas, ni siquiera brincó el canciller José Antonio Meade. Con razón William Yarbrough no hizo tanto drama por no ser considerado en el 'Tri' y sí en los Estados Unidos.
Peor todavía, parece que hasta nos ponemos de pechito para ser humillados. Así como se aceptó y firmó un amistoso que convenía absolutamente nada (excepto en lo comercial) a la Selección Mexicana frente al cuadro de Jürgen Klinsmann con el resultado ya conocido, esta semana se aprobó en el senado la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, que da carta abierta a los agentes extranjeros (DEA y CIA) para portar armas en territorio mexicano. Ni en el futbol ni en la política damos una para evitar ser ultrajados por los gabachous.
Pero si de no dar una se trata, quien de plano sí hizo el oso fue Cuauhtémoc Blanco. Sabemos que el gran amor del otrora artillero es el América, tanto así que el color amarillo no puede salir de su cabeza y por eso confundió a su partido, el PSD, con el PRD al invitar a los electores a votar por él. Con los sentimientos no se puede, me cae…
Nos despedimos de este balompié político con una queja: no es posible que el Clásico de Clásicos haya estado tan deslucido como la boda del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, con la actriz Anahí (ceremonia que terminó siendo muy discreta para evitar críticas ante esta cuasi telenovela). Esperábamos algo más ante tanta publicidad… sobre el partido.