Por Alberto García
América, uno de los equipos más grandes del país -el más grande presumen sus aficionados-, el tema favorito de la prensa deportiva, el odiado, el amado, le faltó el respeto a su historia, se faltó el respeto a sí mismo. Esa grandeza hoy no existió, hoy el América fue un equipo chico.
Resultado en contra en la ida, una visita complicada, un gran adversario enfrente, una gran gesta por delante, nada que los azulcremas no hayan enfrentado antes, el América se ha levantado de peores escenarios y esto quizá era lo que alentaba a su afición a soñar con la remontada, aún más que el funcionamiento del equipo el cual se veía en constante decadencia desde hace tiempo.
En el Volcán los primeros minutos daban a los juanáticos águilas un rayo de esperanza; sin embargo, a partir del minuto 20 el América se marchó para nunca más volver. El Ame ya no jugó a nada, se volvió gris, apagado, inoperante; las mil historias increíbles de este gran equipo quedaron en el olvido.
Tigres es un equipo de respetar, con grandes jugadores que se encuentran muy por encima del rendimiento de los americanistas. Hoy no perdonaron a un América que antes de quedarse con nueve ya jugaba como si tuviera inferioridad numérica, sus futbolistas importantes no pesaron, como sí lo hicieron los felinos, el más claro ejemplo de ello es que Darwin; falló un remate frente a la portería y minutos después Valencia puso el 1-0.
Hoy el América no se comportó como el América, la faltó idea, le faltó gol, pero sobre todo le faltó garra, corazón, y sin ello, ningún equipo sobre la faz de la tierra puede remontar un marcador adverso y menos este América que se faltó el respeto.