Lionel Messi vive un gran presente. Durante el 2015 se llevó cinco de los seis títulos a los que aspiraba con el Barcelona, sólo le faltó la Supercopa de España. El lunes sumó su quinto Balón de Oro. Lo disfruta. Igual admite que “me gustaría volver al futbol argentino”.
Lionel todavía no llegaba a la adolescencia cuando salió de su país rumbo a Barcelona. Se hizo ídolo fuera antes que dentro. Newell's Old Boy -su club de la infancia- y River Plate coquetearon varias veces con llevárselo de regreso. “Lo que pase de acá en más sólo Dios sabe”, añade en entrevista para FIFA.
El último título que ganó fue justo ante River Plate. Nunca antes enfrentó a un equipo de su país buscando la gloria. Admite que fue “tal como lo esperaba”, raro. Vio a sus compatriotas en la tribuna. Hicieron un largo viaje desde Buenos Aires.
Él les metió el primer gol. Hubo quienes consideraron que ahí terminó el sueño rioplatense en el Mundial de Clubes. Coincide. No le encantó hacerlo. Él tuvo un gesto con la afición rival. “No sé si fue pedir perdón, pero sí una especie de disculpa”, admite.
Para llegar a ese momento el camino no fue sencillo. Hace un año se hablaba más de su posible salida del Barcelona que de un hipotético Balón de Oro. La clave para cambiar fue que “siempre me mantuve tranquilo”.
La adaptación con Luis Enrique no fue fácil. “Todo cambio cuesta”, revela. “Una vez que hicimos lo que queríamos, lo que el técnico pretendía, de a poquito fuimos mejorando y rindiendo cada vez mejor”, agrega.
Uno de los puntos que más se señala para explicar el éxito del club es su gran entendimiento con Luis Suárez y Neymar. Él piensa que la clave es “la buena química que hay entre los tres, tanto dentro como fuera de la cancha”.
Hoy Barcelona mantiene sus chances de conquistar un nuevo triplete. Mientras eso llega Lionel disfruta su premio. “Sólo me queda agradecer y compartirlo con toda la gente que me quiere, que me sigue tanto en Barcelona como en Argentina y en todo el mundo. Esto también es para ellos”, sentencia.