Por: Ángel Armando Castellanos | @aranha_azul
La salida de Miguel Herrera de la Selección Mexicana ha sido un golpe duro para Televisa, la empresa que impulsó su llegada al equipo.
Si el despido se daba por resultados, la información se hubiera manejado de esa forma. No habría habido problema en hablar fuerte en contra del entrenador. Ha sucedido con los seleccionadores anteriores más allá de su nexo con una u otra televisora, Hugo Sánchez es el más claro ejemplo.
Martinoli comenzó siendo el principal enemigo de Enrique Bermúdez (ahora son amigos) y terminó siéndolo de Televisa. De ser el narrador que terminó con la fama del Perro se convirtió en el enemigo a vencer en el raiting cada vez que la Selección Mexicana jugaba.
Desde que se supo que Miguel Herrera había golpeado a Christian, en Televisa se tuvo cuidado con el manejo de información. La idea no era defender lo indefendible, la agresión del Piojo a Martinoli, sino tratar, en la medida de lo posible, de no hacerle publicidad como víctima a uno de los cronistas deportivos que mayor audiencia generan en televisión, y que viste los color de la televisora del Ajusco.
Incluso el periodista Eduardo Camarena -ligado a través de TDN– difundió información en la que se aseguraba que Herrera no había golpeado a Martinoli, sino que habían discutido. El asunto no había pasado a más.
Cuando no hubo forma de negar el hecho, se habló de “un periodista de Azteca” y de un “cronista deportivo”. Nunca de Christian Martinoli. Mientras menos se mencionara a aquel que lastimaba la economía de la empresa en materia de deportes, mejor. Hacerlo víctima tampoco era opción. Por una vez no hubo malos ni buenos, simplemente hechos concretos.
La salida del Piojo fue tocada tal cual. Miguel Herrera fue despedido de la Selección Mexicana. Las causas fueron olvidadas. Una decisión de Decio de María y punto. Si Martinoli fue golpeado, eso fue lo de menos. Nada de difusión para él. El hecho, esta vez, fue lo más importante.