Por: Ángel Armando Castellanos | @aranha_azul
México es Campeón de la Copa Oro. El séptimo título de su historia. El país más ganador de la competencia. Pero, ¿realmente se vale festejarlo?
Miguel Herrera dijo en la previa que se tenía que celebrar simplemente porque era un logro. Habría que preguntarse si ser Campeón de la zona es un mérito.
En un país de corta memoria como el nuestro -aunque duela- un triunfo hace olvidar muchos malos momentos y una derrota acumularlos en una avalancha. Si ya hubo muestras de cambios en la mentalidad, ¿por qué no seguir evolucionando?
Una parte de la afición lamentó las formas ante Costa Rica y ante Panamá. Hoy muchas personas gozan por la victoria ante el equipo que mejor jugó en el torneo.
Si fue doloroso pasar a la final con trampas, ¿no es igual de triste que esos errores hayan derivado en el título? Y no, México no vence a Jamaica con la ayuda del silbante, pero de no ser por sus colegas, difícilmente se habría enfrentado a los caribeños.
México es Campeón de un torneo regional. Quien festeje dirá que las victorias son para olvidar los malos tragos. Quien no lo haga se sentirá congruente consigo mismo. Al final, la manifestación de la alegría depende de quien la siente o la deja de sentir.