Por Elías Leonardo
Desde que perdió su empleo como chofer, hace ya 20 años, Jeffrey se dedica a vender verdades. No lee la mano ni predice el futuro. Literalmente se dedica a vender verdades. Los deprimidos y los sugestionados son sus mejores clientes. En su departamento de Manchester recibe a los necesitados de lo cierto, de la calma. De acuerdo a lo que diga el urgido, él le dice o confirma a la persona lo que quiere escuchar. Si una chica le cuenta la experiencia de una separación, Jeffrey tiene el remedio.
-Yo fui muy celosa y seguro que por eso se marchó. ¿Verdad que fue mi culpa?
-Sí, fue tu culpa. Eras tan celosa que por eso mejor se fue.
-Gracias.
Acto seguido la chica le paga y se va. Lo mismo aplica para que el que se considera causante de todos los problemas familiares, para el que cree ser el responsable de desgracias ajenas o para el que se siente basura porque nunca ha viajado: “Si ya hubieras viajado no serías la basura que eres”.
Otros de sus grandes clientes son los aficionados al fútbol, incluso los hooligans. Jeffrey no se da abasto con ellos. Mundiales y Eurocopas son las mejores épocas; gana en un mes lo que gana durante ocho meses en un año sin dichos eventos futbolísticos.
-Desde el ’66 no hemos ganado nada. Quiero pensar que es por mala suerte, pero a veces pienso que se debe a que somos un equipo sin equipo en los momentos importantes. ¿Es mala suerte, verdad?
-Sí, es mala suerte. Aunque pienses que es un equipo sin equipo en los momentos importantes, recuerda que no se ha ganado nada desde el ’66 por culpa de la mala suerte.
-Es usted muy amable, me quita un peso de encima.
Para la Euro 2012, autoridades inglesas quisieron poner fin a su “lucrativo negocio”. Pero no pudieron. Jeffrey únicamente atinó en decirles que quienes vivían en el engaño eran sus clientes, que los que se mentían con falsas expectativas eran ellos. “Yo no soy psicólogo, sino un ejecutante de verdades. Y, hasta donde yo sé, para decir verdades no se necesita licencia ni cédula”, les refutó.
Un oficial le pidió de buena gana que siguiera con su profesión, pero que por favor ya no fortaleciera el desencanto eterno que existe con la selección. Jeffrey le dijo que no podía. En todo caso le sugirió al oficial, verdad sin cobrar, que dejara de creer en el sueño inglés. Para ponérselo más claro le compartió la máxima de Mick Jagger, uno de los pocos que, según Jeffrey, superó la barrera del masoquismo en torno al equipo nacional. Las palabras del vocalista de Los Rolling Stones fueron las siguientes y las pronunció durante el Mundial de Sudáfrica 2010:
Inglaterra siempre se autoconceptúa como una gran potencia futbolística. Esa es la expectativa. Cuanta más alta sea la expectativa, más grande es la decepción.
Mientras tanto, salvado su oficio, Jeffrey continuará vendiendo verdades.