Inevitable pensar en Steven Gerrard cuando se habla de fidelidad. Durante 17 años ha vestido la misma camiseta, pisado el mismo césped y rendido su alma ante los devotos, pero el Liverpool vs Crystal Palace será su última vez en Anfield.
Se lleva 10 títulos, pero la Premier League le fue negada una y otra vez; los 185 goles marcados no se comparan con la oportunidad de celebrar la conquista anhelada. Hoy lamenta no haber conocido antes a Brendan Rodgers, pero lanza un guiño para Raheem Sterling, en espera de un final distinto para la historia del joven inglés: “tienes un técnico que cree en ti y puedes aprender de él. Para eso no hay alguien como Rodgers”.
A Gerrard le restan dos partidos en las filas del Liverpool y la afición intenta dimensionar la pérdida que, tras el anuncio hace un par de meses, se veía lejana y persistía bajo la esperanza del arrepentimiento. Ya no fue. La rutina tiene las horas contadas. Este jueves se presentó por última vez ante los medios en Melwood, y sonrió con la sencillez característica, mientras miles pelean por un boleto al precio que sea para llorarle en la grada.
Escucharlo hablar del equipo que defendió desde los 9 años es música para los enamorados de este juego y una prueba para los incrédulos, los que se niegan a ver más allá de dos piernas tras un balón. El sentimiento que lo une al Liverpool pudo siempre más que su hambre de cosechar títulos defendiendo otros colores. Mourinho intentó seducirlo para tenerlo de su lado en el Inter, Chelsea y Real Madrid, fracasó.
La mente del inglés sigue ocupada en el futbol, no piensa en el descanso pronto y ante las obligadas preguntas sobre el interés en tomar el banquillo red en algunos años…
Stevie apunta a una victoria con la despedida a tiempo, no abandona el futbol y hará rodar el balón en la MLS, pero cede la responsabilidad de la gloria, en suspenso desde hace 25 años, a la nueva generación.
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