Por: Roberto Quintanar
Doloroso había sido el andar de casi todos los equipos mexicanos en esta edición de la CONCACAF Liga de Campeones, que de pronto dejó de ser el oligopolio de los cuadros aztecas. La experiencia, sin embargo, ha sido muy diferente para el América, que esta noche resolvió un trámite que tenía ganado desde la semana pasada y avanzó a las semifinales tras echar al Saprissa.
No fue una eliminatoria brillante del cuadro azulcrema. Por momentos, los emplumados fueron muy pragmáticos. Pero no pasó sólo en este duelo de vuelta, que no tuvieron problema en echarse a la bolsa sin utilizar a todos sus titulares; también en la ida el cuadro de Matosas mostró su lado más práctico. Lejos de ser un Ferrari, América fue un vehículo con el motor bien afinado y poco ruidoso, que recorrió su camino a la siguiente fase sin sobresaltos y con cierto margen de relajamiento.
Sí… las Águilas fueron la otra cara de la moneda para el futbol mexicano en la peor de sus participaciones dentro del certamen desde que se celebra con el formato actual: un equipo que no ha perdido y muestra la personalidad que debe tener un grande aun cuando no despliegue el mejor de sus juegos.
América entendió que a veces es necesario dejar el lustre para otras ocasiones. Si bien es cierto que su inercia era buena, los de Coapa apretaron las tuercas luego de exhibir carencias defensivas en el clásico frente a Pumas, en la ida en San José y en el duelo ante Universidad de Guadalajara. Esta vez no hubo momentos de nerviosismo ni falta de coordinación defensiva; Matosas dio importancia al orden por sobre todas las cosas y el resultado fue satisfactorio.
Las Águilas han sido una brecha de luz para mantener el dominio. Invicto y mostrando superioridad ante todos sus rivales, los actuales campeones de la Liga MX dieron la cara por el cuando los dirigentes del futbol tricolor necesitaban revalorar los bonos nacionales en el área. Pero para su público, lo más importante es que la derrota frente a U. de G. parece ser algo meramente anecdótico para un cuadro que parece tener todas las posibilidades de llevarse algo más que el bicampeonato.