Es verdad; América ha mantenido un paso respetable a lo largo de este torneo Clausura 2015 y es uno de los equipos que marcan el paso en el balompié mexicano. Pero el Ferrari todavía no está ensamblado y más bien parece un automóvil que avanza seguro y nada más.
Esta noche, América no lució en Pachuca. Motivos sobraron; a tono con la opacidad balompédica del encuentro, los colores que pintaron los más talentosos del cuadro capitalino fueron poco vistosos. Quintero, Peralta y Arroyo distaron mucho de su mejor versión y dejaron ir oportunidades claras, demostrando que la pólvora sigue siendo caprichosa para los de Coapa; Osvaldo Martínez, el hombre que pone una buena dosis de equilibrio e ingenio en el centro del campo cuando se lo propone, tuvo una salida temprana. Sambueza, por su parte, tuvo una actuación regular, pero no terminó pesando de forma decisiva en el ataque. Atrás, la solvencia fue notoria.
Aunque la espectacularidad luce todavía como una promesa lejana, el proyecto de Gustavo Matosas con los azulcremas es a largo plazo. A pesar de que no es un coche deportivo, sí existen diferencias con el pragmatismo que Mohamed imprimía al campeón.
El timonel uruguayo requiere tiempo para terminar de diseñar y construir la obra. Con todo y que el Águila no convence a todos todavía, Matosas puede trabajar con tranquilidad, sobre todo luego de haber ajustado en la parte defensiva, donde América había sufrido en algunos partidos que, en teoría, no representaban el máximo grado de dificultad (si bien los rivales, salvo Leones Negros, no le habían concretado las oportunidades gracias a Muñoz o a la falta de tino).
América todavía no es un Ferrari. Las piezas parecen estar bien colocadas, pero todavía hacen falta ajustes en el motor para que el coche corra a la velocidad deseada. Y mientras el colchón de resultados no despierte una alarma, hay suficiente margen de maniobra para que Matosas siga ajustando.