Te vamos a extrañar, Tuca. Tus naturalmentes en las conferencias. Tus encabronamientos. Tus quejas contra la prensa. Tu contradicción. Dijiste que no ibas a dirigir nunca a la Selección y acabaste haciéndolo.
Te vamos a extrañar porque con nadie nos divertimos tanto como contigo. Desde el berrinche en la banca hasta el chiste en la rueda de prensa. Nos hiciste reír con tu cinismo, con tu alegría, con tu modo tan honesto de ser.
Te vamos a extrañar aunque no grabaste comerciales. No esperábamos que lo hicieras. Fuiste un entrenador transparente. Sabíamos a lo que ibas. Queríamos disfrutarlo tanto como tú. Te valió gorro lo que el mundo pensara.
Te vamos a extrañar por ser tan emocional. Llegaste diciendo que estabas agradecido. Te fuiste con dos estampas inolvidables. El adiós a la afición y el “no quiero dirigir a la Selección otra vez porque eso significa que le va a ir mal a Osorio y no quiero que le vaya mal”. Te mostraste tal cual. Honesto, vivo.
Te vamos a extrañar porque nos sorprendiste. Llegabas con etiqueta de entrenador defensivo. Te vas dejando espectáculo. Nadie esperaba que jugaras con tres delanteros ante Estados Unidos y lo hiciste. Nadie esperaba que Trinidad y Tobago tuviera 2-0 abajo al equipo y que se levantara como lo hizo.
Te vamos a extrañar por cómo te impusiste. No llamaste a Giovani Dos Santos porque no quisiste. Tampoco a Guillermo Ochoa. Sabías que la afición tal vez los iba a extrañar. No te importó. El equipo era primero. El resultado te dio la razón.
Sobretodo, te vamos a extrañar porque te mostraste como un maestro desde el principio hasta el final. No te enganchaste con preguntas absurdas ni complicaste las fáciles. No hiciste fiesta porque México le empató a Trinidad y Tobago, tras ir perdiendo. Tampoco dramatizaste porque Argentina alcanzó a la Selección cuando había ventaja de dos goles. Educaste a los jugadores para que hablaran con la prensa. Diste ejemplo a cada instante.
Gracias, Ricardo