Por: Roberto Quintanar
Un año más, doce meses que el Club Universidad tendrá que aprovechar para emprender una renovación a la que está obligado con el objetivo de recuperar en el mediano plazo lo que perdió a lo largo de varios años: su identidad, esa que diferenciaba a los Pumas del resto de los equipos.
Sin embargo, el proceso quirúrgico comienza de manera dudosa al apostar nuevamente a una columna basada en jugadores no nacidos en México: Verón, Alcoba, Ramis, Torales, Sosa, Dante, Ludueña y el lesionado Britos.
Mientras José Luis Arce, director de fuerzas básicas de Universidad, afirmó que el equipo tardará tres años en ser autosuficiente, el mensaje que parece darse desde la directiva y el cuerpo técnico es descartar a una generación de jugadores que recibió pocas oportunidades para apostar por las camadas que apenas se encuentran en formación.
El que un prometedor goleador juvenil, Manuel Pérez, formase parte del paquete de salida indica claramente que la prioridad del equipo no será, por ahora, comenzar a recuperar su identidad. No se ve como un torneo de transición aquel en el que todas las canicas están puestas en otra zona de juego: el protagonismo. Idealmente, ambas metas, identidad y protagonismo, tendrían que coexistir y complementarse.
Sin bien la época romántica ha llegado a su fin, ¿qué es lo que hoy hará diferente a Universidad? ¿El uso de la marca y los símbolos de la UNAM? No hay forma de encontrar respuesta en otro lado. Pumas es ya muy similar a los demás… y eso sigue siendo un síntoma de enfermedad grave.
Por ahora, no hay más remedio que esperar para saber si las palabras de Arce se convierten en realidad y las oportunidades comienzan a abrirse nuevamente poco a poco para los jugadores formados en casa, aunque el mensaje diga todo lo contrario.