Por Llanely Rangel
En la Noria ilusionarse y perder se ha vuelto hábito. Empieza un nuevo torneo y Cruz Azul ya presagia el final. Se ficha a jugadores espejismo. Billy Álvarez escupe la misma frase: “este torneo tenemos todo para ser campeones”. Las primeras fechas motivan con victoria, empate, victoria, pero ni llegar a la Liguilla es garantía. Siempre llega el declive.
Hay una razón más para preguntarse porqué. El equipo ha tenido los mejores técnicos en la historia de torneos cortos. Sí, paradójicamente, el equipo que ha obtenido un solo título de liga desde hace 20 años puede presumir de haber tenido sentados en su banquillo a los dos estrategas más destacados.
La etapa de Luis Fernando Tena con Cruz Azul en el Invierno 98 es la mejor en la historia de un entrenador. Desde 1996, “El Flaco” es el rey de la estrategia en la Liga Mx con una productividad del 78%. En aquella ocasión, La Máquina fue líder general e incluso fue el primer equipo en establecer un récord de puntos para un torneo corto con 40.
Cruz Azul era un equipo de alma, de filosofía. Mauro Camoranesi lloraba de rabia si era expulsado durante un juego frente al América. Francisco Palencia presumía el escudo a cualquier grada rival durante un festejo de gol. Ese era el club de aquella época. Tenía orgullo, pero sobre todo coraje.
Enrique Meza es el técnico con más constancia en productividad (con 76% y 78%), incluso durante cuatro etapas diferentes, dos de ellas dirigiendo a Cruz Azul. Todo ha sido inútil.
La enfermedad del equipo es crónica. La Máquina siempre se queda en la orilla. Con Meza al mando tuvo a Tito Villa como campeón de goleo, se hizo de la mejor ofensiva y en ocasiones la mejor defensiva, pero siempre se quedaba en el “casi”.
Meza es uno de los mejores técnicos del futbol mexicano. Tiene cuatro títulos de Liga. En su palmarés hay una Copa Sudamericana. Los clubes que dirige se llevan récords de goleo, de puntos, de defensiva y hasta de más tantos en una final. Con Cruz Azul, cuatro etapas, y no consiguió la copa.
Un nuevo torneo comienza y la esperanza seguirá en su afición. Y así continuará el ciclo celeste, con refuerzos fallidos, mala suerte y la ilusión de que “ésta sí es la buena”.