Por Llanely Rangel
Los extranjeros no son culpables, es nuestro futbol. En el club… billetito para una prueba en fuerzas básicas o recomendación influyente. En la grada… altar para el argentino, crítica para el mexicano. En los medios…“Ficharán a un grande”, para los que no hablan español. “Las mete de chiripa”, para los nuestros que la rompen en Europa. No son los extranjeros, es nuestra cultura, es nuestro futbol.
Me incluyo, dudé de Chicharito, pero él se ha ganado cada uno de sus logros. “Tiene suerte”, dije la primera vez que lo vi anotar un gol de la forma menos glamurosa que existe. Tardé en entender que a un rematador no se le tiene que exigir estética, sino que anote. Con la pelvis, con la cara o como sea.
También he aplaudido más de una vez a Gignac. Me he preguntado si no debería haber fichado en otro lado o qué pensará de nosotros que lo idolatramos tanto. No puede ni salir al supermercado sin que se le alabe. Regios o no, nos rendimos a sus pies.
Exigimos cantera, porque un jugador formado en nuestro club es mejor. Pero también exigimos un extranjero, “que se vea en dónde paran los 300 pesos que invertimos en 90 minutos de futbol”. La culpa no es de los extranjeros, es de nuestra cultura, es de nuestro futbol.