Bálsamo para los blancos. De los pitos del inicio a jugadores como Bale, Casillas o para el propio Ancelotti, a la indiferencia al final, con dosis de aplausos, especialmente en la primera mitad. Así llega el equipo madridista a la cita con el Barcelona en el Camp Nou, es decir, entre dudas, las que ha despertado su juego en las últimas semanas.
Los tres puntos ante el Levante significan llegar al acecho de los azulgrana, pero con la necesidad de mostrar otra cara en el Clásico. La afición blanca espera un renacer de su equipo ante el gran rival, pero para ello deben mejorar, dar un paso más adelante en su juego y en eso de recuperar sensaciones, algo que el Real Madrid se dejó en África, en el Mundial de clubes.
Gareth Bale ha sido el más señalado en los últimos días y el galés demostró que dentro tenía rabia. Mucha. Marcó y lo gritó con furia, para después taparse los oídos y terminar pateando el banderín de córner. Esta exhibición, nunca hecha por el ex del Tottenham, mostró a Bale enfadado y contrariado con los pitos recibidos en partidos anteriores. Quería demostrar que sí tiene sitio en el once madridista.
Lo curioso llegó en el segundo gol. Lanzamiento de Cristiano Ronaldo, presumiblemente lejos de los tres palos, de repente tropieza en el galés y propicia que el balón cambie de trayectoria y entre en la portería de Mariño. El portugués, peleado con el mundo, vio cómo su gol, terminó siendo de Bale y el galés, por su parte, no se atrevió a celebrar el tanto. Tenía ganas. Curiosa escena.
Lo plácido del partido propició el que Chicharito tuviera sus 10 minutos de rigor. El mexicano, como siempre, tiró de casta y ganas, pero apenas tuvo oportunidad de tocar la pelota. El delantero se muere de ganas y lo demuestra cuando entra a la cancha. La duda está ahí y sólo quedará resuelta cuando el italiano le dé un partido como titular. ¿Será en el Camp Nou? Lo dudo. Benzema lleva 19 partidos de Liga seguidos como titular.