Por: Roberto Quintanar
Ciudad Universitaria ha sido históricamente uno de los bastiones de lucha social del México contemporáneo. La Máxima Casa de Estudios es un hervidero de ideas plurales que explotan y resuenan en todo el campus ubicado al sur de la Ciudad de México.
El Estadio Olímpico Universitario no ha sido ajeno a las protestas sociales. Aficionados al equipo local se han expresado en más de una ocasión en las graderías con la finalidad de que los medios de comunicación tomen nota de esas voces que buscan un espacio de manifestación que llegue más allá de la protesta callejera.
Una de las primeras ocasiones se dio en la temporada 1990-1991. Pumas y América se enfrentaban en torneo regular (meses después disputarían la final). Siendo uno de los partidos más mediáticos, un grupo de personas levantaron el cartel más memorable de la tarde al reprobar la guerra que se estaba desarrollando en el Golfo Pérsico. Imevisión, cadena estatal que transmitía a Universidad, mostró a nivel nacional aquella pancarta. Eran otros tiempos.
Muy diferente fue la expresión política de hace poco más de un par de años cuando parte de la porra universitaria desplegó una gigantesca manta exigiendo respeto para la UNAM a la entonces candidata del Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota. El motivo fue que en su tesis de licenciatura, la política se había referido a la institución de forma peyorativa. Esa protesta fue retomada por los medios digitales y algunos diarios; la televisión dedicó poco tiempo (o ninguno) a esta situación.
Pese a estos ejemplos, el campo de los Pumas ha sido un ente independiente a las situaciones sociales por las que en el campus se llega a un punto de ebullición. Es difícil involucrar en estos temas a una afición cada vez más grande más allá de la misma Universidad.
Hoy que México vive un nuevo drama, el de Ayotzinapa, la Universidad Nacional vuelve a ser escenario de debate político y protesta social para exigir la solución al caso de los normalistas desaparecidos en el estado de Guerrero. A poco más de una semana de que Pumas vuelva al Olímpico Universitario, la pregunta es si el estadio será nuevamente escenario de una manifestación política que haga ruido al atraer la atención mediática o permanecerá indiferente respetando un código de no involucrar este asunto con una actividad lúdica.
¿Serán las gradas un apéndice más de la exigencia para aclarar uno de los casos más vergonzosos en la historia reciente de nuestro país? Aunque parece que la respuesta será negativa por la experiencia de los últimos años y el fuerte control que ejercen las autoridades en el estadio, en un inmueble universitario todo puede ocurrir.