Por: Roberto Quintanar
Las autoridades mexicanas no han terminado de hablar sobre los grandes beneficios económicos que traerá a la Ciudad de México la realización del Gran Premio de Fórmula 1, pero ya llegó desde Alemania una noticia que ha estremecido al mundo del automovilismo.
Uno de los países económicamente más solventes del mundo decidió que su capacidad financiera no daba para solventar los gastos que representa una carrera del máximo serial del automovilismo mundial. El Gran Premio de Alemania, uno de los más tradicionales, no se llevará a cabo por este motivo.
Pensemos por un momento en el contexto mexicano. El país no tiene unas finanzas comparables con las de Alemania. Más todavía, la moneda mexicana ha mostrado signos de debilidad en las últimas semanas; el valor del peso frente al dólar es el más bajo en una década, rebasando las quince unidades por cada billete verde.
Mientras se habla de que el Gran Premio de México representará ingresos que compensarán la inversión que se está realizando (360 millones de dólares en los cinco años que se firmaron en el contrato), desde Europa el mensaje que llega es totalmente contrario a lo que se ha dicho en tierras aztecas.
Si a final de cuentas los gastos se convertirán en una deuda impagable, ¿valdrá la pena tener el serial en nuestro país? Mientras se promete una derrama económica de 200 millones de dólares por el evento, la caída en la audiencia luego de que pase la novedad es un riesgo, especialmente tomando en cuenta que el país tiene un ingreso per cápita (10,600 dólares) tres veces menor al de Alemania (37,500 dólares).
Además de lo que parece el inevitable regreso del más crudo autoritarismo y la censura, el endeudamiento y la potencial crisis, nos hacen rememorar algunos de los peores periodos que ha atravesado México. Estas situaciones también podrían tener un impacto negativo en los supuestos beneficios de acoger un Gran Premio de Fórmula 1.