Por: Roberto Quintanar
El fresco que había dejado la lluvia nocturna aquel primer día de junio de 2000 acompañaba las lágrimas de varios aficionados beisboleros. El cierre del Parque del Seguro Social dejó en la orfandad al verdadero fanático de la pelota. El Foro Sol fue un consuelo pobre; era un recinto al que le faltaba un elemento importante para llenar el vacío que dejó el viejo parque.
Ese elemento intangible lo tiene de sobra la casa provisional de los Diablos Rojos del México: el estadio Fray Nano. Pequeño y con ese aire amateur que le acompaña inevitablemente, el recinto, ubicado en la calle Fernando Iglesias Calderón como parte del Jardín Balbuena, ha despertado una emoción distinta en el seguidor de la pelota caliente. Es el sabor beisbolero.
La respuesta es lógica. El Fray Nano, a diferencia del Foro Sol, es un inmueble exclusivo para béisbol. Es más sencillo encontrar alguna reminiscencia del recuerdo más entrañable del Parque del IMSS en este sitio que en la anterior casa escarlata. Aquí, al cerrar los ojos, se puede pensar en el eco del bat de Nelson Barrera; aquí el olor de la comida y los gritos remiten a las ligas Olmeca y Tolteca; aquí el hedor es a béisbol desde que el aficionado se aproxima… y sólo los fanáticos saben a qué huele el béisbol, aroma que atrapaba con debilidad un foro con menos alma que este diminuto recinto.
Dos años durará la aventura del México en el Fray Nano antes de que la inauguración de su nuevo estadio. La estación Mixhuca, de la línea 9 del metro, a unos cuantos pasos, será punto de reunión de aquellos fieles y veteranos seguidores de los Diablos Rojos. A diferencia de los noveles, que probarán por vez primera el verdadero sabor beisbolero, la vieja guardia ha recuperado quince años después un poco de lo que se fue con el Parque del Seguro Social. ¡Que se escuche la voz de Playball!