Las dudas sobre un fracaso nunca abandonaron a John F. Kennedy; el tema no era para menos y los números no mentían. Cuando el Presidente le preguntó a su asesor y ex Secretario de Estado, Dean Acheson, qué opinión tenía sobre la invasión a Cuba, Acheson respondió que no hacía falta ser Price-Waterhouse para averiguar que mil quinientos (disidentes) no eran tan buenos como veinticinco mil (cubanos). Lo que después aconteció en Bahía de Cochinos fue denominado por el historiador Theodore Draper como un perfecto fracaso.
El desastre estadounidense elevó el prestigio de Castro al interior de la isla, y a partir de allí se intensificó el embargo establecido por Dwight Eisenhower en 1960. Cincuenta y cinco años han pasado desde que un equipo profesional, los Rochester Red Wings, visitaran la isla previo al embargo. Ahora, tras la política de acercamiento entre el gobierno de Fidel Castro y Barack Obama, un equipo de fútbol, el NY Cosmos, se ha adelantado a los Red Sox en ser los primeros embajadores deportivos.
Algo está cambiando en Cuba, y no es sólo el acercamiento entre Estados. En el país donde el beisbol es el deporte nacional, el futbol se posiciona entre la juventud. Tal vez sea por la rapidez del juego, en una nación en que el aislamiento ha detenido el tiempo tanto como entre las entradas del juego de pelota, tal vez sea el interés por desvincularse del deporte de la revolución.
Desprovistos de la capacidad económica suficiente para adquirir el material necesario para practicar beisbol, el futbol ofrece la oportunidad de jugar en cualquier campo o calle, y llenar el vacío que se requiere para una portería entre marcos de cama o pupitres. La popularidad no sólo se crea a partir de la facilidad para jugar, los medios de comunicación han jugado un papel importante.
La televisión cubana ha transmitido los últimos dos mundiales, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014; a ello hay que sumar que desde hace algunos años se televisan partidos de las ligas de España, Brasil, Inglaterra, Alemania e Italia. La mercadotecnia también ha sido invitada a la isla. La disponibilidad de las camisetas de Lionel Messi o Cristiano Ronaldo ha permitido a los niños y jóvenes vestirse como sus nuevos ídolos.
Historias de estrellas del beisbol que desertaron por una mejor vida en la MLB han sido la narrativa cubana de los últimos cincuenta años. Ahora, tras la apertura del gobierno de Raúl Castro, no sólo los beisbolistas se podrían beneficiar de emigrar a la gran carpa, los futbolistas tendrán un nuevo destino. No es tan descarada esta suposición, siete cubanos ya han formado parte de equipos de la MLS.
¿Podrá Cuba posicionarse como potencia futbolera en un futuro cercano? Tal vez. Cuba posee una de las mejores infraestructuras deportivas de la región. A lo largo de la historia olímpica, Cuba ha conseguido posicionarse en disciplinas tan variadas como el tiro, el judo, el beisbol, el boxeo, la lucha grecorromana, entre otros. Tan común es ver a un cubano en el podio como verlo enrollar cigarros.
El próximo dos de junio la selección cubana de fútbol hará los honores al equipo comandado por Raúl González. No existe mucha historia futbolística entre Estados Unidos y Cuba, salvo que los estadounidenses han ganado los siete enfrentamientos entre selecciones que se han llevado a cabo desde 1998, el último en el proceso de calificación al mundial del 2008.
La CIA convenció a Kennedy de que la invasión sería una decapitación quirúrgica, y en el intento descubrió que la ideología norteamericana no puede exportarse como la Coca-Cola. En todos los años que duró el embargo, Fidel Castro sobrevivió a muchos intentos de asesinato confeccionados en la CIA. Ahora que la puerta diplomática se ha abierto, su deporte favorito podría sucumbir ante afable abrazo de los cubanos al fútbol y todo lo que el deporte más practicado en el mundo ofrece.