Por Ana Cruz Manjarrez
¿México en Copa Libertadores o los clubes mexicanos en Libertadores? Esta semana, Atlas y Tigres visitarán las canchas sudamericanas en el torneo que despierta más pasión en el continente. O por lo menos es así para buena parte de los aficionados al futbol en este lado del mundo; disfrutamos de la Champions League por televisión, pero lo más cerca que estamos de una experiencia tan competitiva y emocional es esta Copa.
Si los clubes apostaran por el mismo objetivo… Tigres pisará el Estadio Monumental para encarar a River Plate, favorito siempre, y más de 700 enamorados de los colores harán el viaje con ellos, “lo dejan todo” por el sueño que luce cada vez más complicado para los nacionales. América, Cruz Azul y Chivas saben bien lo que significa la Libertadores, pero reconocen mejor el sentimiento de la derrota cuando estaban muy cerca de la gloria. En los últimos años ni siquiera eso; el orgullo se ha quedado en el camino.
Por eso cuesta confiar en que ésta será la buena. Que si el Atlas siempre se cae en el momento definitivo, que si los Tigres de 'Tuca' exceden en precauciones y Morelia, que confirmó las opiniones. Aun así, la oportunidad de “pintarles la cara” a los sudamericanos se presenta como una seductora invitación a la afición mexicana para subirse al barco y sacar la bandera tricolor, a pesar de no soportar la idea de vestir su camiseta.
Cuántas veces te has sorprendido en la celebración (silenciosa) del gol de un mexicano en Libertadores, o en el reclamo por un penal mal pitado, porque el agravio es contra todos, ¿no? A final de cuentas, ahí nos conocen como “intrusos con dinero” por invitados y mediocres; pero el colorido de los estadios sede, el frenesí de las barras argentinas, la historia de los equipos brasileños, la indiscutible garra sudamericana sobre el campo, son justificación para abrazarla fuerte.
La excepción estará entre aficiones con rivalidad histórica, por ejemplo, en 2001, cuando Cruz Azul recibió a River Plate en el Azteca y la Monumental asistió para respaldar a los argentinos. Memorable fue la respuesta de Palencia al marcar uno de los tres tantos de la victoria celeste, se dirigió a dicho sector de la tribuna, tocó la bandera sellada en el brazo derecho y apuntó el logro a México. Aquella vez que Toluca les prestó a su hombre gol.
Difícilmente se vería en otras ligas, ajenos con ansias del triunfo del rival local. Sin necesidad de la connotación negativa, la respuesta podría estar en la ausencia de títulos de prestigio. Qué tanto dolió la tanda de penales que liquidó a Cruz Azul en la mítica 'Bombonera'.
Sí, México en algún momento podía presumir un dominio abrumador en Concacaf, y Pachuca se coronó en la Sudamericana, pero la necesidad de un reconocimiento que coloque a esta liga sobre los históricamente superiores despierta el orgullo nacional.
Aunque sea sólo por un rato. No cambias la camiseta, tus colores están ahí, pero te permites la ilusión de ver que el representante de tu país, el afortunado resultado de un sistema de alta competencia para algunos y mediocre para otros tantos, busca el éxito que se ha negado para los nuestros (ellos) desde hace muchos años.
Los rayados no anhelan que Tigres levante la Copa antes de que ellos puedan conseguir algo más grande, ni los rojiblancos sueñan con que Atlas rompa su maldición y levante el trofeo que ellos pudieron poseer en 2010. Es más, muchos estarán del otro lado. Pero miles de románticos reconocen en este carnaval el sitio perfecto para dejar claro que este futbol también vive y hace sufrir.