Si nos ponemos a pensar en Chivas, probablemente muchos lo recordemos como un equipo ganador y grande en donde, se supone, la vida futbolística debe ser de color de rosa.
Es por esto que, aún con este concepto del equipo, da tristeza ver cómo uno de 'los grandes de México' hoy vive una situación casi de vida o muerte, todo gracias a malas decisiones y a tratos indignantes a quienes lograron regresarle la etiqueta de grande al Rebaño.
Decepciona saber que, Matías Almeyda, el hombre que regresó a Chivas a donde debe de estar, el que le regresó la sonrisa a los jugadores y a la afición, hace solo unos días fue maltratado, humillado y demeritado. Cosa que, a pesar de su alta tolerancia ante los problemas que un club como Chivas tiene, no soportó, y de una, guardó su dignidad en su maleta y decidió dar el adiós a quien se lo merece.
Aquí, la culpa no es ni del Pelado, ni de los jugadores- al contrario- la culpa es de ni más ni menos que la directiva. Paco Gabriel de Anda llegó para elevar aún más al nivel del equipo y parece que le dijeron que hiciera todo lo contrario. En menos de tres meses, el señor hizo trizas a un proyecto que iba en ascenso.
Se deshizo de dos de los jugadores más talentosos e importantes en Guadalajara como Pizarro y Cota, rompió la tranquildad entre compañeros y desilusionó a todos los chivahermanos que traían altas expectativas, de la mano de José Luis Higuera, quien le ha hecho mucho daño al equipo y ni así lo sacan de la jugada.
Es claro que en cualquier institución de cualquier tipo, la directiva es parte fundamental, pero una donde el deporte es el eje de todo, los que se supone, menos se deben de meter y ser culpados son ellos mismos. Algo que en Chivas, así llueva, truene o relampaguee, respetan.
Al final se podrá tener todo el talento, los recursos, afición, y apoyo, pero mientras los de arriba no dejen trabajar a la parte central de esto que son los que se rompen el alma en la cancha cada semana, las cosas no mejorarán.