Por: Roberto Quintanar
Generaciones de cronistas deportivos pasan por los micrófonos de la televisión mexicana sin poder llenar el hueco que dejó el más ingenioso de los narradores balompédicos del país: Ángel Fernández.
“A todos los que quieren y aman el futbol”. Su sello personal era la apertura de telón que erizaba la piel de aquellos que desde la comodidad de su hogar se disponían a disfrutar de un partido.
Su estilo era diferente al de los amenizadores del juego. Tampoco tenía nada qué ver con quienes gritan saturando el micrófono en un ejercicio que puede llegar a ser irritante para el televidente o radioescucha. Don Ángel sabía hacer uso de su voz para poner color a lo que pasaba en la cancha.
La leyenda de la crónica también se caracterizaba por impregnar emoción al partido más soso y utilizar la inteligencia para dar un apodo ad hoc a los protagonistas del deporte de acuerdo a sus características y no de forma forzada.
Así, Pedro Nájera fue el “Siete Pulmones”, por su incansable correr; Miguel Ángel Cornero, el “Confesor,” por su dureza; Miguel Marín, el “Gato”, por sus reflejos felinos; y Enrique Borja, “Cyrano”, por su prominente nariz.
La simpatía e inteligencia de Ángel Fernández quedó de manifiesto en un momento especial, cuando el equipo de la URSS llegó a México para disputar el Mundial de 1970. Al descender del avión los jugadores del cuadro soviético, el ingenioso locutor comentó lo siguiente: “Llega el equipo soviético con sus uniformes con las iniciales CCCP, que seguramente significan Unión Soviética en ruso… pero como estamos en México, es Cu-Currú-Cucú, Paloma… ¡bienvenidos!”.
Sin embargo, el talento de Fernández no se limitó al rectángulo verde. También destacó como narrador de box y béisbol, además de ser columnista y conductor de radio en la etapa final de su vida en el programa “El fútbol y otras galaxias”, donde compartió micrófonos con otras figuras emblemáticas de la crónica deportiva como Jorge Ventura, Ara Piloyán y Fernando Alonso (padre de otro titán de la narración, Emilio Fernando Alonso).
Poco antes de morir, Don Ángel recibió un homenaje en el Estadio Azteca durante un partido entre Atlante y Necaxa. Cuando decenas de fotógrafos apuntaron sus cámaras hacia él, Fernández no evitó bromear al respecto con su clásico estilo: “Nunca se habían reunido tantos magos de la lente para tomarme una foto. ¡No veía tantos fotógrafos desde que se casó Marilyn Monroe!”.
A nueve años de su muerte, el balompié sigue extrañando el ingenio, elocuencia y humor del narrador que bautizó a su deporte favorito como “el juego del hombre”. Si algo hace falta al micrófono en estos tiempos son más personajes como Ángel Fernández.