Por Irving Márquez (colaborador en Barcelona, España)
Los delanteros viven del gol. Cuando no logran su objetivo les empieza a pasa factura. En un principio se desesperan al ver que las cosas no salen cómo les gustaría, pero más tarde la desesperación se transforma en ansiedad y es cuando comienza el mal del goleador, la ‘enfermedad’ que ahora padece Luis Suárez.
Pese a que el jugador charrúa se está adaptando bien a su nuevo rol en el Barça, jugando un poco más atrás, alejado del área para aprovechar su movilidad y técnica con el balón para atraer como un imán las marcas y abrir espacio para sus compañeros, el gol se le está negando. Es verdad que el tridente ofensivo del Barça empieza a funcionar porque los tres de arriba se empiezan a entender bien y a realizar automatismos que los ayudan a encontrar espacios en las defensas rivales, sin embargo, Suárez sabe que tiene una asignatura pendiente, la de marcar goles. En los 16 encuentros que ha disputado en todas las competiciones con el Barça, sólo ha logrado marcar cinco tantos. Inédito. Suárez no era así. Se le percibe ansioso, desorientado, en parte porque no estaba acostumbrado a jugar con dos compañeros en punta. Suárez es más del 4-4-2 que del 4-3-3.
En los alrededores del Camp Nou, los aficionados del Barça saben que el nivel de mejora del equipo en lo que queda de temporada pasa por la mejoría de Luis Suárez de cara al gol. Los culés tienen confianza en la calidad del ‘nueve’ y lo demuestran en cada partido. Corean su nombre. Se le ovaciona aunque no concrete, pero los murmullos comienzan a habitar las pasillos del Camp Nou. Socios blaugranas se mueven a oscuras y comentan con la mano tapándose la boca que Suárez no es el ‘killer’ por el que se pagaron 80 millones de euros. La sanción por el Hanibbal Lecter que le salió en el Mundial no es excusa para no ver portería.
*Sigue a Irving en Twitter @mimooso